Alabado sea Jesucristo…
Jesús dice que no se trata de confiar sólo en las propias fuerzas y en las propias obras, que lo fundamental y lo se espera de nosotros es: creer en Él. Ser cristiano es creer en Jesús, abandonar falsas seguridades, dejarse transformar por Él.
La fe en Jesús no tiene nada que ver con catecismos, fórmulas, credos, ritos, leyes morales... La fe es la adhesión personal a Jesús, a su mensaje, a su proyecto, a su forma y estilo de vida. La fe en Jesús es no estancarse; es avanzar, renovarse, crecer, construir, compartir, vivir abiertos al futuro.
“La fe es un movimiento que se adueña de la vida del ser humano y la convierte en una marcha permanente” (Blank).
¿La fe en Jesús da sentido a todo lo que hago, a todo lo que me sucede en la vida o sólo “me sirve” en momentos de apuro o dificultad?
A. Gutiérrez
¡Buenos días!
Aroma agradable
Cuando el salmista ora a Dios le dice: “Señor, suba a ti mi oración como incienso en tu presencia” (Sal. 140). Hermoso símbolo de la fuerza que tiene la oración humilde y confiada. También el israelita al quemar una víctima en el altar del Templo, imagina que el humo elevándose lleva a Dios el aroma agradable de la ofrenda. Otra imagen poética muy expresiva.
Génesis 8, 20-21: Luego Noé levantó un altar al Señor, y tomando animales puros y pájaros puros de todas clases, ofreció holocaustos sobre el altar. Cuando el Señor aspiró el aroma agradable, se dijo a sí mismo: «Nunca más volveré a maldecir el suelo por causa del hombre, porque los designios del corazón humano son malos desde su juventud; ni tampoco volveré a castigar a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo”. Éxodo 29, 18: Después dejarás que todo el carnero se queme sobre el altar. Este es un holocausto para el Señor, una ofrenda que se quema con aroma agradable al Señor.
San Pablo usa la metáfora del “aroma agradable” en la carta a los filipenses (4, 18): “Por el momento, tengo todo lo necesario y más todavía. Vivo en la abundancia desde que Epafrodito me entregó la ofrenda de ustedes, como perfume de aroma agradable, como sacrificio aceptable y grato a Dios”. Que el Señor te conceda, al leer su Palabra, percibir su belleza.
Enviado por el P. Natalio