Alabado sea Jesucristo…
Es verdaderamente justo darte gracias, es hermoso cantar para ti, manantial de todo bien. Tú eres el que das vida y futuro a todo lo que existe. El pan que comemos es don del cosmos entero, es el pan de nuestra peregrinación, pan incompleto que tú llenarás de esperanza.
Jesús nos ha enseñado a dar el pan al hambriento y a encender hambre de otra cosa en aquél que está harto de pan. Nos ha enseñado a transformar el “mío” en “nuestro”, a no acumular tesoros ilusorios, que la carcoma devora, tesoros siempre robados al hambre de los otros.
Día a día, dulce y tenazmente, llama a la puerta de nuestras ansias de vivir, líbranos de las hambres falsas, haznos personas esenciales como tus criaturas más pequeñas y felices, como las flores, los pájaros, el pan.
Danos, Señor, el pan, la vida y la alegría, porque para el pan, la alegría y la vida tú nos has creado. Y entonces, con todas las criaturas que te buscan, que te aman y esperan sobre esta tierra, te rogaremos con las palabras y con la fe que Jesús nos ha enseñado. Abbá, Padre.
Ermes Ronchi
¡Buenos días!
Lloraba sin consuelo
Un profesor de química al mismo tiempo que hacía experimentos solía dejar enseñanzas inolvidables. Una vez que tenía en la mano una botella de leche, la dejó caer en la batea del agua. Quedaron los vidrios y toda la leche se escurrió por el desagüe. “La leche está perdida, dijo. No podemos rescatarla más. Seamos más cuidadosos y no lloremos nunca por la leche derramada”.
Un borracho estaba en el cementerio tomando una botella de vino y de repente se le cayó y se rompió. El bebedor desconsolado se puso a llorar. Un hombre que pasaba por allí lo vio, sintió lástima ante tal dolor y le preguntó: —¿Era familiar? El borracho respondió: —¡No, de un litro no más.
Hay una oración muy buena para recordar cuando nos sucedan esas cosas desagradables que no tienen más solución: “Señor, concédeme fortaleza para solucionar lo que tiene solución; valor para aceptar lo que ya no tiene solución; y sabiduría para reconocer la diferencia”. Es una buena lección que se resume así: “Aceptar, olvidar, y seguir adelante”.
Enviado por el P. Natalio