Alabado sea Jesucristo…
No esperes una sonrisa para ser gentil...
No esperes ser amado para amar...
No esperes estar solo para reconocer el inmenso valor de un amigo...
No esperes el luto del mañana para reconocer la importancia de quienes están hoy en tu vida...
No esperes tener el mejor de los empleos para ponerte a trabajar...
No esperes la nostalgia del otoño para recordar un consejo...
No esperes la enfermedad para reconocer que tan frágil es la vida...
No esperes la persona perfecta para entonces enamorarte...
No esperes la soledad para pedir perdón...
No esperes la separación para buscar la reconciliación...
No esperes el dolor para elevar una oración...
No esperes elogios para creer en ti mismo...
No esperes tener tiempo para servir...
No esperes que los demás tomen la iniciativa, cuando sabes que tú has sido el culpable...
No esperes el “yo también” para decir “te amo”...
No esperes tener dinero por montones para entonces ayudar al pobre...
No esperes el día de tu muerte si aún no has amado la vida...
¡Buenos días!
Un corazón generoso
La generosidad caracteriza al corazón noble y compasivo. Más allá del acto caritativo, implica el desarrollo de una cierta sensibilidad – o compasión – que nos vuelve dispuestos a dar nuestra posesión más preciada, que somos nosotros mismos. Aquí tienes una oración para liberarte del egoísmo y/o indiferencia con los demás. Es del P. Víctor Fernández.
Señor, mira mi corazón. Tú sabes que a veces pierdo el entusiasmo porque a mi vida le falta generosidad, sensibilidad frente al mal ajeno, y estoy demasiado pendiente de mí mismo. A veces me desanimo porque no recibo elogios o no veo los frutos de mis esfuerzos. Dame un corazón más generoso, para que realmente me interese la felicidad de la gente, para que de verdad me duelan los problemas ajenos, y no solamente los míos. Libérame del egoísmo y de la indiferencia. Así pondré toda mi pasión para ayudar a los demás y me entregaré con entusiasmo. Tómame, Señor, utilízame para derramar tu poder y tu luz en el mundo. Amén.
En la curación de la suegra de Pedro se destaca un detalle importante: la mujer, no bien fue curada, se puso a servir a los presentes. Cuando busques a Dios con el deseo de ser curado de tus dolencias o angustias, suplícale con la intención de servir mejor a los demás y no solamente para gozar de bienestar, encerrado en tu propio interés.
Enviado por el P. Natalio