Alabado sea Jesucristo…
El Papa Juan Pablo II decía con frecuencia: “Jesús Eucaristía es el corazón palpitante de la Iglesia”.Por eso, ir todos los días al sagrario es como ir a un mundo de infinitas maravillas, pues nos encontramos con Jesús, el Dios Amor, el Dios de las maravillas y de las divinas sorpresas. Cada día tendrá un regalo especial para nosotros, aunque no nos demos cuenta de cuál es. Pero, sin duda alguna, cada día recibiremos inmensas bendiciones, que no hubiéramos recibido de haber faltado a la cita con Jesús.
Él espera que tú seas como una lámpara ardiente, que está siempre vigilando ante el sagrario, para decir a todos los que pasen: Aquí está Jesús. Debes ser un ángel del sagrario, asociándote a todos los ángeles que lo adoran y asemejarte a ellos en la pureza, alegría y amor.
Marta dijo a su hermana María: “El Maestro está ahí y te llama” (Jn 11, 28). Sí, Jesús está esperándote todos los días y todas las noches. ¿No tendrás al menos cinco minutos cada día para ir a visitarlo? ¡Qué solo se encuentra Jesús en tantos sagrarios del mundo, donde se pasa horas y horas sin que nadie lo visite! ¡Qué pocos se dan cuenta del enorme deseo que tiene de ser visitado y amado en este Santísimo Sacramento del altar!
¡Buenos días!
El herrero y su perro
Aquí tienes notables pensamientos sobre el trabajo, para que valores tu esfuerzo de cada día:
- Dios ha puesto el trabajo como centinela de la virtud (Hesíodo)
- El aburrimiento ha entrado en el mundo por la puerta de la pereza (La Bruyère)
- Denme un hombre que cante mientras trabaja. Seguro que trabajará más, que trabajará mejor, que trabajará por más tiempo (Tomás Carlyle)
Un herrero tenía un perro pequeño, mimado por su amo y su compañero constante. Mientras él martilleaba sus metales el perro permanecía dormido; pero cuando el herrero iba al almuerzo y se disponía a comer, el perro se despertaba y meneaba la cola, como pidiendo una parte de su comida. Su amo un día, fingiendo estar enojado y golpeándolo suavemente con su palo, le dijo: —¡Usted pequeño holgazán atrevido! ¿Qué le haré? Mientras martilleo en el yunque, usted duerme en la estera; y cuando comienzo a comer, después de mi duro trabajo, usted se despierta, menea la cola y pide alimento. ¿No sabe usted que el trabajo es fuente de bendiciones, y que ninguno, sólo aquel que trabaja, tiene derecho a comer? Quien no trabaja, no come.
- El trabajo nos aparta de nuestros tres males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad (Voltaire)
- Trabaja con gusto y acabarás sintiendo gusto por el trabajo (Refrán popular)
- La pereza es negarse a colaborar con Dios en el perfeccionamiento de sí mismo y en el perfeccionamiento del mundo (Michel Quoist)
Junto con la sonrisa de la anécdota atesora la sabiduría de las reflexiones de hoy.
Enviado por el P. Natalio