Alabado sea Jesucristo…
El padre Emiliano Tardif narra lo que pasó cuando predicaba en Tahití, Polinesia francesa: “El testimonio que más me impresionó fue el de un hombre que estaba completamente ciego de un ojo, con el otro veía con dificultad, y dentro de poco tiempo tendría que operarse. Durante la misa de los enfermos, precisamente en el momento de la elevación de la hostia, vio una gran luz en la iglesia y sus ojos se abrieron. ¡Había sanado!”
Y sigue diciendo: “Estando en Brazzaville, Zaire, durante la misa por los enfermos yo prediqué sobre la Eucaristía como sacramento de sanación y el Señor vino a confirmar su presencia real en la hostia consagrada, curando a dos paralíticos. Una mujer de unos 35 años había sido llevada en una camilla. Ella yacía paralítica en cama desde hacía dos años y medio. El Señor la levantó después de la comunión... En ese momento, otro hombre paralítico, que había sido llevado en brazos por su familia, también se levantó y caminó solo, tranquilamente, avanzando hasta el altar. Las curaciones de todo tipo se multiplicaban. Jesús volvía a decir a su pueblo: No teman. He aquí a su Dios”.
¡Buenos días!
Alegría del corazón
La oración es el clima adecuado para que prosperen y se desarrollen las tres grandes virtudes: fe, esperanza y caridad. Y cuando estas virtudes teologales, —que nos relacionan directamente con Dios—, se adueñen de tu corazón, te sentirás arraigado también en la paz, la alegría profunda y la fortaleza de ánimo. Aquí te ofrezco un mensaje de la Reina de la Paz.
“¡Queridos hijos! También hoy los invito: oren, oren, oren. Solamente en la oración estarán cerca de mí y de mi Hijo, y se darán cuenta de cuán breve es esta vida. En su corazón nacerá el deseo del Cielo; la alegría reinará en su corazón y la oración fluirá como un río. En sus palabras habrá solamente agradecimiento a Dios por haberlos creado, y el deseo de la santidad llegará a ser realidad en ustedes. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado! ”
En las causas de personas propuestas para ser declaradas santas por la Iglesia, se examina, en primer lugar, si se distinguieron por vivir en forma heroica las tres virtudes teologales. Te sugiero, pues, pedir cada día al Señor, con fervor de espíritu, que imprima en tu corazón vivos sentimientos de fe, esperanza y caridad.
Enviado por el P. Natalio