Alabado sea Jesucristo…
No digas nunca: "Es imposible". Propón soluciones concretas. Tampoco digas: "No soy capaz de lograrlo". Busca cómo dar pequeños pasos. No te excuses, diciendo: "No me acompaña la suerte". La suerte la haces tú, no ella a ti. No te acostumbres a decir: "Lo dejaré para mañana". Recuerda que el hoy es lo que importa. No digas nunca: "No me van a comprender". Explica lo que quieres una y otra vez. No te encierres en el: "No me servirá de nada". Te sorprenderás de lo mucho que sirve. No te excuses: "Lo he intentado muchas veces". Te falta la siguiente y la definitiva. No digas nunca: "Nadie me apoya". Cuenta tú con ti mismo y los demás te ayudarán. No digas nunca: "Ya no puedo más". Tú puedes si quieres: rebaja y revisa las metas.
“Los entusiastas son los triunfadores. Ellos tienen fortaleza, tienen tenacidad. El entusiasmo es la base de todo progreso. Con él se consigue crear. Sin él, todo son excusas”. El entusiasta tiene una gran confianza en Dios, que es también sana confianza en sí mismo, en los demás y en la vida. Sentimiento poderoso que disipa los fantasmas nefastos de los temores.
¡Buenos días!
Mientras hay tiempo…
San Pablo escribía a los gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos. Por lo tanto, mientras estamos a tiempo hagamos el bien a todos” (6,9-10). Y Don Bosco recordaba a los jóvenes: “Hagamos el bien que podamos y no aguardemos la recompensa del mundo, sino solamente de Dios. Un rinconcito de paraíso lo arregla todo”.
Cuenta una leyenda persa, que un gran poeta nacional en su juventud fue esclavo. Un día entregó a su amo una hermosa rosa, acompañada de un sencillo poema: "Haz bien a tu siervo mientras puedas hacerlo, pues el tiempo para poder hacerlo es tan transitorio como la belleza de esta flor". Parece ser que esta profunda y seria verdad tocó el corazón del amo de tal manera, que dejó en libertad a quien con el tiempo llegó a ser el más grande poeta del país.
Y esa misma verdad debería movernos a ti y a mí. Hagamos el bien a quienes nos rodean, pues "el tiempo para hacerlo es tan transitorio como la belleza de una flor". Recuerda que si no se vive para los demás, la vida carece de sentido. Que te ejercites hoy con algunos gestos de humilde servicio a los demás.
Enviado por el P. Natalio