Alabado sea Jesucristo…
Hoy en Argentina se celebra el Día del Maestro, recordando la fecha de fallecimiento (en 1888) de Domingo Faustino Sarmiento.
Este ilustre prócer llegó a ser, desde su multifacética obra, un gran luchador y una de las figuras más importantes de la historia latinoamericana: fue maestro, subteniente de milicias, escritor, periodista, senador, ministro, director general de escuelas, sociólogo, diplomático, gobernador, hasta convertirse en presidente de la Argentina.
¡Qué noble misión la de educar a los pueblos! Verdadero sacerdocio laico para hacer que las personas sean instruidas, pensantes y dejen de ser una masa manejable por dictadorzuelos prepotentes y corruptos que hoy tanto abundan. Y por esa misma razón: ¡Qué desvalorizada aparece la educación en nuestra patria en los tiempos que vivimos! Las razones son obvias: un pueblo ignorante es más fácil de avasallar en sus derechos.
Por eso en el Día del Maestro (cualquiera sea la fecha en que se celebre en diversos países del mundo), volvamos a valorizar la tarea de los docentes de todos los niveles, pidamos que se los respete y se los remunere como corresponde, comprendamos la importancia de la educación de los pueblos y exijamos de los gobiernos la atención y los presupuestos necesarios para esta tan básica misión.
Que Dios bendiga a todos los maestros y educadores.
¡Buenos días!
Lucha de gladiadores
En las grandes ciudades del imperio romano, los gladiadores eran hombres libres que luchaban a sueldo, o bien esclavos y ladrones sentenciados a pelear a muerte en el anfiteatro para divertir al pueblo. Éstos, si triunfaban, recuperaban su libertad. Algunos adquirieron fama y buena situación económica. Empezaron en el siglo VI a. C. y perduraron hasta el IV d. C.
Un monje del desierto, llamado Telémaco, había venido del oriente a Roma, animado por un santo propósito. En el momento en que se llevaban a cabo en el circo los abominables juegos, Telémaco penetró en el estadio, se presentó en la arena e intentó separar a los gladiadores. Los espectadores, furiosos al ver interrumpida su diversión e impulsados por el abominable gusto de ver correr sangre, mataron a pedradas al mensajero de la paz. Al enterarse de lo ocurrido el emperador Honorio abolió estos juegos criminales y el Papa puso entre los mártires a san Telémaco.
Crea en torno a ti sentimientos y actitudes de paz, concordia y convivencia. Perdona las injurias presentes y pasadas, líbrate de las garras del odio, guarda la libertad de tu corazón para amar y comenzar una vida nueva cada día. Desea sinceramente la colaboración, la buena vecindad y el gozo de la fraternidad y del servicio. Así serás como Telémaco un hombre de paz.
Enviado por el P. Natalio