Alabado sea Jesucristo…
Hoy celebramos la Fiesta del Santísimo Nombre de María.
Dijo Jesús a María Valtorta: “Cuando nuestro Enemigo trata de fastidiarte demasiado, di: ‘Dios te salve María, Madre de Jesús, me confío a ti’. El demonio tiene todavía más aversión del nombre de María que de mi Nombre y de mi Cruz. No lo logra, pero trata de dañarme en mis fieles de mil maneras. Pero solamente el eco del nombre de María le hace huir. Si el mundo supiera llamar a María, estaría salvado. Por tanto invocar nuestros dos nombres juntos es algo poderoso para hacer caer rotas todas las armas que Satanás lanza contra un corazón que es mío”
Por ello ¡qué mejor que invocar los dos Nombres juntos, de Jesús y de María, repitiendo la siguiente oración: Jesús, María, os amo, salvad las almas; por la cual el Señor ha prometido a Sor Consolata Betrone, que cada vez que se dice, se salva un alma y se reparan mil blasfemias!
Sitio Santísima Virgen
¡Buenos días!
Una clave de felicidad
“Nada en exceso”, decían los clásicos. Esta norma para llevar una vida feliz y armoniosa, debes aplicarla también a actitudes que de por sí son excelentes y meritorias, por ejemplo, la entrega generosa a los demás. La virtud de la prudencia ayuda a tener ciertas precauciones para que esta actitud de servicio permanente, no degenere en conductas nocivas e irracionales.
Para encontrar la felicidad hay que elegir bien los caminos. Es necesario aprender las estrategias adecuadas. Nadie nace sabiendo cómo se alcanza la felicidad. Es necesario realizar aprendizajes. Entre ellos te subrayo hoy uno: aprende a pensar en ti mismo. Si alguien no se preocupa de sí mismo, no atenderá su felicidad. Si uno siempre se posterga, siempre se “sacrifica”, estará olvidando sus necesidades y generando su propio malestar. Expresar a otros lo que uno necesita y decirles lo que espera de ellos; pedirles ayuda, defender el propio espacio de autonomía, darse tiempo a sí mismo, éstos son también caminos de felicidad. La felicidad no es sólo dar, es también pedir.
Sófocles, autor de famosas tragedias, escribió: “La prudencia es la base de la felicidad”. Esta apreciable virtud te ayudará a armonizar tu generosidad en dar con la justa atención a ti mismo. A veces no es fácil. Pide al Espíritu Santo el don del discernimiento, y su luz te guiará.
Enviado por el P. Natalio