Alabado sea Jesucristo…
Hoy celebramos al Santo Padre Pío de Pietrelcina (que se llamó Francisco Forgione), un santo de nuestro tiempo, muy querido y muy invocado por los católicos de todo el mundo, incluso antes de que el Santo Papa Juan Pablo II lo canonizara.
Heredero espiritual de San Francisco de Asís, el Padre Pío de Pietrelcina ha sido el primer sacerdote en llevar impreso sobre su cuerpo las señales de la crucifixión. Él ya fue conocido en el mundo como el "Fraile" estigmatizado. El Padre Pío, al que Dios donó particulares carismas, se empeñó con todas sus fuerzas por la salvación de las almas. Los muchos testimonios sobre su gran santidad de Fraile, llegan hasta nuestros días, acompañados por sentimientos de gratitud. Sus intercesiones providenciales cerca de Dios fueron para muchos hombres causa de sanación en el cuerpo y motivo de renacimiento en el Espíritu.
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¡Buenos días!
Como niños…
La Biblia recomienda mucho el abandono confiado en los brazos del Señor. En cierta oportunidad Jesús con un niñito en sus brazos dijo: Si no se hacen como niños, no podrán entrar en el reino de los cielos. Un pequeñín es humilde, confiado, sencillo, sincero, puro, inocente. Sólo así podrás entrar en el reino de Dios. El salmo 131, muy breve, subraya esta actitud de humilde confianza.
Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros;
No pretendo grandezas que superan mi capacidad;
Sino que acallo y modero mis deseos,
Como un niño en brazos de su madre.
Espere Israel en el Señor ahora y por siempre.
¿Una meta difícil, verdad? Pero, con la ayuda del Señor lo podrás. San Agustín oraba así: ”Señor, dame lo que me pides, y pídeme lo que quieras”. Cada mañana al empezar el día repite una breve súplica más o menos así: “Padre misericordioso, derrama sobre mí un espíritu de humildad y sencillez, cambia mi corazón y dame un corazón de niño”. El Señor te bendiga.
Enviado por el P. Natalio