Alabado sea Jesucristo…
Odres nuevos para una Cuaresma nueva. (El odre es un recipiente hecho de cuero, generalmente de cabra, que, cosido y empegado por todas partes menos por la correspondiente al cuello del animal, sirve para contener líquidos, como vino o aceite, y otras sustancias, como mantequilla y queso)
"Pesan los viejos odres, están ahí desde siempre, aunque estén casi vacíos.
Los odres de nuestros ritos rutinarios, los odres de tradiciones superficiales, los odres de nuestras palabras de siempre.
Cambiemos a odres nuevos, el odre nuevo del amor social, el odre nuevo de la compasión ciudadana, el odre nuevo de la respuesta al sufrimiento ajeno.
Odres nuevos para una Cuaresma nueva, para una Cuaresma con carne social, la carne de quien anda en necesidad".
* Fidel Aizpurua
¡Buenos días!
Avivar la llama interior
Hoy te ofrezco una parábola moderna que te descubrirá una verdad que fue expresada así por Jesús: “No pueden ustedes servir a Dios y al dinero”. La prueba que todos debemos afrontar en esta vida pasajera es la de elegir con sabiduría dónde poner el corazón. Debemos hacer una opción entre los bienes transitorios de esta vida y Dios, amado con toda nuestra alma.
Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas y cultivar una profunda religiosidad. Movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano. ”Majestad, —le preguntó en la audiencia—, ¿cómo hace para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?” El rey le dijo: "Te lo revelaré si recorres mi palacio para apreciar mis riquezas. Pero, llevarás una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré". Concluido el paseo, el rey le preguntó: “¿Qué piensas de mis riquezas?" La persona respondió: "No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara". El rey le dijo: "Ése es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas”.
“Avivar la llama interior”, de eso se trata, de tener un amor tan firme a Dios que siempre lo tengamos en el primer lugar de nuestro afecto, preocupaciones, tiempo… Hay un motivo fundamental para eso: Dios nos ama tanto, se ha jugado tanto por nosotros, que no nos queda sino organizar toda nuestra vida como respuesta coherente a su inmensa bondad.
* Enviado por el P. Natalio