"Yo me acosté y dormi,
Y desperté, porque Jehová me sustentaba"
Salmos 3:5
UNA HISTORIA DE AMOR
Un día, temprano por la mañana, me levanté para observar la salida
del sol. ¡Oh!, la belleza de la creacion de Dios queda más allá de
la descripción.
Mientras observaba, alababa a Dios por su bella obra. Mientras
estaba sentado sentí la presencia del Señor conmigo. Entonces Él me
preguntó, "¿Me amas?". Yo contesté, "¡Tu eres mi Señor y Salvador!".
Entonces me preguntó "Si estuvieras físicamente incapacitado, ¿aun
me amarías?". Me quedé perplejo. Mire abajo, mis brazos, piernas, y
el resto de mi cuerpo y me pregunté... ¿cuántas cosas sería incapaz
de hacer, de esas que hoy me parecen tan sencillas?. Pero le
contesté, "Será difícil Señor, pero aun así te amaría".
Entonces el Señor dijo, "Si estuvieras ciego, ¿amarías mi
creación?". ¿Cómo podría amar algo, siendo incapaz de verlo?.
Entonces pensé en todo esa gente ciega en todo el mundo entero y
cuántos de ellos aun así aman a Dios y a su creación. Así que le
contesté, "Es difícil pensarlo, pero aun así te amaría".
El Señor entonces preguntó, "Si estuvieras mudo, ¿alabarías aun mi
nombre?". Pero, ¿cómo puedo alabar sin voz?. Entonces se me ocurrió
que Dios desea que le cantemos desde nuestra alma y corazón, no
importa cómo seamos. Y cuando alabamos a Dios no lo hacemos siempre
con un cántico, pero cuando somos perseguidos le damos alabanza a
Dios con nuestras palabras de gratitud. Entonces contesté, "Aunque
no pudiera cantarte físicamente, alabaría aun tu nombre".
Y el Señor preguntó "¿En realidad me amas?"; con valor y profunda
convicción le contesté resueltamente, "¡Sí Señor!... ¡Te amo porque
eres el Dios único y verdadero!". Pensé que había contestado
correctamente pero Dios preguntó, "ENTONCES... ¿POR QUÉ PECAS?".
Contesté, "Porque soy solamente un humano, y no soy
perfecto". "ENTONCES... ¿POR QUÉ EN TIEMPOS DE PAZ TE DESCARRÍAS
LEJOS DE MÍ?, ¿POR QUÉ EN TIEMPOS DE ANGUSTIA ORAS SINCERAMENTE?".
No hubo respuesta... solamente lágrimas.
El Señor continuó, "¿Por qué solamente cantas en la iglesia?, ¿Por
qué me buscas sólo en tiempo de adoracion?, ¿Por qué pides sólo
cosas egoistas?, ¿Por qué pides sin tener fe?". Las lágrimas
continuaron rodando sobre mis mejillas.
¿Por qué te averguenzas de mí?, ¿Por qué no estás esparciendo las
buenas nuevas?, ¿Por qué en tiempos de persecución lloras con otros
cuando te ofrezco mi hombro para que llores?, ¿Por qué pones
pretextos cuando te doy la oportunidad de servir en Mi Nombre?".
Intenté contestar, pero no hubo respuesta que dar. "Eres bendecido
con la vida. No te hice para que desperdiciaras este regalo. Te he
bendecido con talentos para servirme, pero continuas dándome la
espalda, te he revelado Mi Palabra, pero no obtienes el conocimiento
de ella. Te he hablado pero tus oídos están cerrados. Te he mostrado
mis bendiciones, pero tus ojos nunca las ven. Te he mandado mis
siervos, pero permaneciste sentado inmóvil mientras ellos eran
rechazados. He oído tus oraciones y las he contestado todas... ¿En
verdad me amas?".
No podia contestar. ¿Cómo podría hacerlo?. Estaba increiblemente
apenado. No tuve excusa. ¿Qué podía decir a ésto?... Cuando mi
corazón hubo llorado y las lágrimas habían fluido, dije "Por favor
perdóname Señor, soy indigno de ser tu hijo". El Señor contestó,"Esa
es mi Gracia, mi hijo". Entonces le pregunté, Entonces... ¿por qué
continúas perdonándome?, ¿por qué me amas tanto?. El Señor
contestó, "Porque tú eres Mi creación. Tú eres Mi hijo. Nunca te
abandonaré. Cuando llores, tendré compasión y lloraré contigo.
Cuando estés gozoso, me alegraré contigo. Cuando estés deprimido,
te animaré. Cuando caigas, te levantaré. Cuando te sientas cansado,
te llevaré sobre mis hombros. Estaré contigo hasta el fin de los
días, y te amaré por siempre".
Nunca antes había llorado como en ese momento. ¿Cómo pude haber sido
tan frío?, ¿Cómo pude lastimar a Dios con todo lo que hizo?. Luego
le pregunté a Dios, "¿Cuánto me amas?". El Señor me estrechó en sus
brazos y contemplé sus manos cicatrizadas por los clavos. Me incliné
a los pies de Cristo... mi Salvador, y por primera vez, en verdad
oré.