Sábado, 8 de agosto de 2009
Nuestro Padre
Léase el Salmo 19.1-6
Él les dijo: Cuando oren, digan: «Padre, santificado sea tu nombre. Venga tu reino».
-Lucas 11.2 (NVI)
UNA vez, de niña, miré con admiración las estrellas titilando en el cielo oscuro del invierno. Mamá y mis dos hermanas mayores estaban a sólo pasos delante de mi padre y de mí, a medida que cruzábamos la carretera frente a la casa pastoral, de camino a una cena en la iglesia. Mi papá sostenía mi mano mientras llevaba un plato de papas gratinadas en la otra.
La oscuridad siempre me asustaba, excepto cuando mi papá estaba cerca. Él tenía una fe firme en la fidelidad de Dios y en su amor, y vivía confiado en esa fidelidad. Papá me ayudó a crecer bajo el refugio del amor de Dios, y me dirigió a encontrar mi propia senda hacia el Padre celestial.
Cuando Jesús nos invita a llamar a Dios Padre, hay imágenes maravillosas de mi padre que me recuerdan el tierno amor que Dios tiene para nosotros/as. Dios nos invita a caminar al amparo de su presencia. Ni aun el mejor ejemplo del amor de un padre por su hijo se puede comparar con la profundidad del amor que Dios tiene para nosotros/as. ¡Qué maravilloso es recordar que el Creador de las estrellas que decoran el cielo nocturno amablemente nos ofrece el privilegio de llamarle Padre!
Sa. Dori Magee (Nueva York, EUA)
Oración:
Amado Dios, muéstranos lo que significa conocerte como un Padre amoroso. En el nombre de Jesús. Amén.
PENSAMIENTO PARA EL DÍA
Soy y seré siempre un hijo o una hija de Dios.
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OREMOS:
Por los niños/as cuyos padres están ausentes.