Durante un terremoto, ocurrido hace unos pocos años, los habitantes de
la pequeña ciudad, presos del pánico, corrían de una a otra parte,
cuando se apercibieron de una anciana, a quien todos conocían, en cuya
actitud no podía verse sino paz y sosiego, la cual, desde la puerta de
su vivienda parecía sonreír a los espantados.
Alguien le preguntó: -Abuela. ¿No tiene usted miedo?
A lo que la anciana, una cristiana fiel, contestó:
-No, no tengo miedo... Muy al contrario...
Estaba pensando que mi dicha es tan grande, pues tengo para ayudarme a un Dios que puede, si quiere, sacudir el mundo.
Josue 1:9
Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te
desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará donde quiera que
vayas. Habrá cosas que te harán temblar, pero no temas, vive por fe.
Salmos 40:4
“Bienaventurado el hombre que puso á Dios por su confianza”
fuente
Bárbara
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