Todos nosotros nos descarriamos como ovejas.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros.
NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; NO HAY QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS; TODOS SE HAN DESVIADO, A UNA SE HICIERON INUTILES; NO HAY QUIEN HAGA LO BUENO, NO HAY NI SIQUIERA UNO.
Pues vosotros andabais descarriados como ovejas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Guardián de vuestras almas.
Me he descarriado como oveja perdida; busca a tu siervo, porque no me olvido de tus mandamientos.
El restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco y me siguen; y yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de mi mano.
¿Qué hombre de vosotros, si tiene cien ovejas y una de ellas se pierde, no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la que está perdida hasta que la halla?
Is. 53:6 I Jn. 1:8 Ro. 3:10-12 I P. 2:25 Sal. 119:176; 23:3 Jn. 10:27,28 Lc. 15:4