“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?... Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia… ”. Mateo 6:25, 33.
Estar ansioso, o tener ansiedad, se define como estar mentalmente lleno de preocupación o aflicción.
Desafortunadamente, hemos estado batallando con ansiedad desde que Adán comió el fruto prohibido e intentó en vano esconderse de Dios.
“… Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo”. Génesis 3:10.
Los efectos negativos de la ansiedad fueron entendidos hace tres mil años cuando el rey Salomón escribió sus proverbios de sabiduría.
“La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra”. Proverbios 12:25.
La ansiedad permaneció como parte de nuestra naturaleza mientras Pablo predicó las Buenas Nuevas de Jesús.
Casi del mismo aliento que usó para instruirnos a regocijarnos en el Señor siempre (Filipenses 4:4).
Pablo enseña acerca de remover la ansiedad de nuestras vidas.
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias”. Filipenses 4:6.
Cuando nos encontramos a nosotros mismos demasiado preocupados o mentalmente angustiados acerca de cualquier cosa, necesitamos ir a Dios y entregar nuestras cargas a él.
Esto no significa que ignoremos nuestros problemas, pero tenemos que aprender a ver las cosas de este mundo con una perspectiva eterna.
Las preocupaciones de este mundo siempre se desvanecen cuando las comparamos a la gloria eterna de su reino.
Cuando nos sentimos cargados, presionados, o estresados…
Cuando las preocupaciones vienen a toda velocidad de todas las direcciones y no sabemos dónde comenzar… tenemos que detenernos y respirar largo y profundo.
Debemos reenfocarnos en Jesús y su palabra.
Tenemos que recordarnos de la eternidad en la presencia de un Dios amoroso y perseguir con diligencia su reino.
“Procuremos, pues, entrar en aquel reposo… ”. Hebreos 4:11.
De la manera que nos acercamos más y más a nuestro Padre celestial, nuestros ojos se ajustan a su luz y vemos que ya nos ha dado todo lo que realmente necesitamos.
De la manera en que le amamos más, todo temor es removido, el perfecto amor echa fuera el temor (1 Juan 4:18).
Y de la manera en que confiamos en él más y más, recibiremos el regalo de su paz y dejaremos de vivir con el peso que carga un corazón ansioso.
Amén.
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