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De: esperanzaotonalmimosa  (Mensaje original) Enviado: 02/10/2012 22:34
Tiempo atrás, yo era vecino de un médico, cuyo hobby era plantar árboles en el enorme patio de su casa. Observaba de mi ventana su esfuerzo por plantar árboles y más árboles, todos los días. Lo que más llamaba mi atención era que él jamás regaba las plantas que sembraba. Pasé a notar, después de algún tiempo, que sus árboles estaban demorando mucho en crecer.


Cierto día, resolví entonces aproximarme al médico y le pregunté si él no tenía recelo de que las plantas no creciesen, pues percibía que él nunca las regaba. Fue cuando, con un aire orgulloso, el me describió su fantástica teoría.


Me dijo que si regase sus plantas, las raíces se acomodarían en la superficie y quedarían siempre esperando por el agua fácil, que venía de arriba. Como él no las regaba, los árboles demorarían más para crecer, pero sus raíces tenderían a migrar para lo más profundo, en busca del agua y de las varias nutrientes encontradas en las camadas más inferiores del suelo. Así, según el, los árboles tendrían raíces profundas y serían más resistentes a las interperies.


Esa fue la única conversación que tuve con mi vecino. Tiempo después fui a vivir a otro lugar, y nunca más lo encontré. Varios años después, fuí a dar una mirada a mi antiguo vecindario. Al aproximarme, noté un bosque que no había antes. ¡¡Mi antiguo vecino, había realizado su sueño!!.


Lo curioso es que aquel era un día de un viento muy fuerte y helado, en que los árboles de la calle estaban arqueados, como si no estuviesen resistiendo al rigor del invierno. Sin embargo, al aproximarme al patio del médico, noté como estaban sólidos sus árboles: prácticamente no se movían, resistiendo implacablemente aquel fuerte viento.


Que efecto curioso, pensé… Las adversidades por las cuales aquellos árboles habían pasado, habiendo sido privados de agua, parecía que los había beneficiado de un modo que el confort y el tratamiento más fácil jamás lo habrían conseguido.


Todas las noches, antes de acostarme, doy una mirada a mis hijos. Frecuentemente rezo por ellos para que sus vidas sean fáciles. Pero ahora pienso que es hora de cambiar mis oraciones, porque sé que mis rezos para que las dificultades no ocurran son muy ingenuas. Siempre habrá una tempestad en algún momento de nuestras vidas. Por tanto, al contrario de lo que siempre he hecho, pasaré a rezar para que mis hijos crezcan con raíces profundas, de tal forma que puedan retirar energía de las mejores fuentes, de las más divinas, que se encuentran siempre en los lugares más difíciles.


En verdad lo que necesitamos hacer es pedir para desenvolver raíces fuertes y profundas, de tal modo que cuando las tempestades lleguen y los vientos helados soplen, resistamos bravamente, en vez de que seamos subyugados y barridos


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