¡Deja
la preocupación y descansa en Dios!
Devocional de Esteban Correa
A veces
los conflictos parecen muy difíciles de solucionarse, pero el Señor es capaz de
darnos la solución y libertad.
"Tú llevas la cuenta de
todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en tu frasco; has
registrado cada una de ellas en tu libro". Salmos 56:8
Cuando tenemos una angustia
Dios quiere consolarnos y ayudarnos a ser libres. El Señor tiene en cuenta cada
una de las angustias, dolores y preocupaciones de sus hijos.
Él quiere llevarnos a la
sanidad, liberación y bendición plena.
Para ser libres de las
preocupaciones y angustias debemos darle lugar a la presencia de Dios en
nuestras vidas.
Permanecer en un estado de
ansiedad y estrés por preocupación, trae también problemas físicos como pueden
ser: Contracturas musculares, obesidad, agitación, mareos, insomnio,
irritabilidad, presión alta, sudoración en las manos, bajas defensas, ataques
de pánico y posibles problemas cardíacos.
Todos pasamos distintas
dificultades, y no solo con problemas financieros o físicos, a veces son otro
tipo de conflictos, como por ejemplo malos entendidos que generan mucha
ansiedad, o palabras violentas, muy hirientes que han soltado sobre nosotros,
que duelen y hacen sangrar nuestra alma. Otros padecen temores, confusiones,
culpa, intimidaciones, traiciones, fracasos, estafas y opresiones de todo tipo.
Nadie esta exento de atravesar alguna situación estresante y dolorosa. Pero el
Señor es nuestro consolador y quién nos librará de todas ellas, quién nos
ayudará paso a paso a salir de la tribulación.
A veces los conflictos
parecen muy difíciles de solucionarse, pero el Señor es capaz de darnos la
solución y libertad.
Vivir preocupados y ansiosos
no soluciona nada, algunos consejos para dejar la preocupación son:
1. Deja que Dios sane tu
corazón, deja que él tome tu ansiedad, no te dejes llevar por impulsos
emocionales desbordados, por impulsos violentos, enojos, iras, no pienses, ni
decidas en la marea emocional alta. Dios es paz, es perdón, es amor. (1 Pedro
5:7)
2. Presenta todas tus cargas
y preocupaciones en oración a Dios. (Fil. 4:6-7 NTV)
3. Concéntrate en la solución y no en el problema. Hay solución eficaz para
todo, es posible vivir en paz. Piensa y busca todas las soluciones y
alternativas posibles. No te cierres en la obstinación.
4. Cuéntale tus
preocupaciones a personas que te quieran sinceramente y que puedan darte una
contención emocional y espiritual.
5. Controla tus pensamientos,
no dejes que la imaginación se te dispare y cree un montón de cosas fantasiosas
en tu mente, temores de todo tipo que no existen. Resiste a los pensamientos
negativos y fatales.
6. No suponga cosas, no saque
conclusiones de aquello de lo que todavía no ha podido comprobar. Manténgase en
el sentido común y no actúe por rencor u odio.
7. Haga suyas las promesas de
Dios. Aliméntese más de la palabra de Dios que de los noticieros. Busque cosas
edificantes y enfóquese en cumplir sus sueños evitando las distracciones
inertes.
Lo que podemos capitalizar de
los problemas es que podremos comprender a quienes estén pasando por lo mismo.
Todo lo que padeciste y sufriste, te da el pleno entendimiento cuando otro lo
esta pasando, y cuando hemos salido tenemos autoridad para ayudar y consolar
con eficacia a quién ahora este sufriendo. (2 cor. 1:3-4)
Recuerdo alguien que siempre
se ocupaba de visitar conocidos y vecinos a quines le había fallecido algún
familiar, esta persona concurría a muchos velorios porque había sufrido la
muerte de un hijo y de varios seres queridos, sabía perfectamente lo que es
sufrir distintos duelos, por eso se ocupaba de consolar a quienes pasaban por
lo mismo. En cierta medida los problemas nos hacen más sensibles, menos
frívolos y menos egoístas. Nos hacen alguien que puede restaurar a otros.
Dios es el único juez justo.
Jesús nos dice que perdonemos
a nuestros enemigos, pero nosotros muchas veces nos la pasamos metiendo culpa,
juzgando y molestando a nuestros hermanos, amigos o compañeros. Si hay una
fuerte injusticia, siempre hay un Dios justo que actuará. No hagas justicia por
tu propia fuerza, Dios no te llamó a ser un justiciero y ejercer violencia
verbal, física o emocional en los demás. En todo caso dejemos lugar al juicio
de Dios, el se encargará adecuadamente si es necesario (Rom. 12:19). En cuanto
a nosotros se nos dice: "Bendigan y no maldigan" (Rom. 12:14).
Cuando soltamos maldición y
palabras brutales hacia otro, los primeros afectados somos nosotros, porque la
maldición primero recorre todo nuestro ser hasta salir por nuestras palabras, y
nos causa ansiedad, resentimiento, amargura y problemas de salud.
Con Dios de nuestro lado,
todo se puede.
El salmo 23 nos dice que
descansaremos en delicados pastos, nos dará reposo y descanso. La Paz es la
voluntad de Dios, por eso unidos a Jesús por medio del Espíritu Santo podremos
alcanzar la paz plena.
Él nos hará transitar y hacer
cosas que nos llevarán a la plenitud espiritual y física.
"El SEÑOR es mi pastor;
tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce
junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas
correctas, y así da honra a su nombre". Sal. 23:1-3.
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