Al hablar con adolescentes, descubrirá que muchos guardan amargura y resentimiento. Mucho de ese resentimiento es hacia sus padres, debido al serio asunto de promesas rotas. Si usted es un padre que anhela restaurar su relación con sus hijos adolescentes, lo mejor que puede hacer es recordar esas promesas no cumplidas. Luego vaya a su hijo (a) y dígale, con un espíritu arrepentido: “Le he pedido a Dios que me perdone, ahora quiero que tú me perdones.” Entonces pregúntele: “¿Alguna vez te he hecho una promesa que no he guardado? Si es así, deseo que me lo digas para poder arrepentirme. Quiero que creas que tu padre es un hombre fiel.”
¿Es usted un hombre de palabra? ¿Es una mujer de palabra? Comience un nuevo capítulo en su vida donde usted cumple lo que promete.