Desear el éxito no es malo. Lo incorrecto es abrazar las vanidades de la vida y olvidarnos que Dios es el dueño de todo y que solo a el le place bendecirnos en todo lo que hagamos, incluyendo los negocios. Sin embargo debemos ser cuidadoso cuando veamos que las metas que nos hemos trazado se cumplen y adquirimos mayor estatus; debemos estar atentos y colocar en una balanza nuestra fe y las riquezas.
Jesús nos afirma en su palabra: «es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Lucas 18:25)
Las riquezas pueden llegar a ser el obstáculo mas grande que nos impedirá acercarnos a Dios. Tener una posición económica en abundancia nos deslumbra a tal punto que olvidamos lo mas importante; la comunion El Señor y el ser agradecidos con lo que nos da.
Salomón define con total claridad la abundancia de riquezas: Todo es “vanidad” (Eclesiastés 2:11). Y aunque fue el hombre mas rico sobre la tierra, el no permitió que las riquezas estorbaran su relación con Dios, su vida estaba consagrada a Él. Salomón servía con sus bienes a Jehová y ayudaba a quienes estaban en necesidad.
A Dios le agrada que tengamos riquezas, más NO que ellas tomen el lugar que le pertenece a Él. Seamos agradecidos con el Padreen la abundancia y en la escasez, caminemos con Jesús, entreguemos nuestra vida totalmente a Él, de seguro es lo que mas le importa.