CONSEJOS DE SAN FRANCISCO DE SALES
Mirad vuestras faltas y las de los demás con compasión más bien que con indignación, con más humildad que severidad. ¿Por qué temer las cruces, las adversidades o los accidentes de esta vida? Sé firme en la confianza que debes tener en la Providencia de Dios, la cual, si te prepara cruces, te dará valor para soportarlas.
¿Qué te ha faltado hasta ahora? Nuestro Señor envió a los Apóstoles a todas partes sin dinero, sin bastón, sin sandalias, sin bolsa, vestidos con una sola túnica y les dijo después: “Cuando Yo os envié así, ¿os faltó algo? Y ellos respondieron: “No.”
Valor, pues, cuando has tenido aflicciones aun en el tiempo en que no tenías tanta confianza en Dios, ¿has perecido en la aflicción? Me dirás: “No.” ¿Por qué pues, no tendrás valor de salir adelante en todas las demás adversidades?
Dios no te ha abandonado hasta ahora, ¿cómo te va a abandonar de aquí en adelante, cuando más quieres ser suya? No temas el mal que puede sobrevenir en este mundo, pues tal vez no llegará jamás, y en todo caso, si llega, Dios te dará fuerzas.
Él mandó a San Pedro que marchara sobre las aguas, y San Pedro, viendo el viento y la tempestad, tuvo miedo, y el miedo le hizo hundirse, y pidió socorro a su Señor, y Él le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?” Y tendiéndole la mano le tranquilizó.
Si Dios te hace marchar sobre las olas de la adversidad, no dudes, no temas, Dios está contigo; ten ánimo y Él te salvará.
No te adelantes a los acontecimientos penosos de esta vida; prevente con una perfecta esperanza de que, a medida que lleguen, Dios, de quien eres, te librará de ellas. Él te ha protegido hasta el presente, agárrate bien de la mano de su Providencia y Él te asistirá en
toda ocasión y, si no puedes marchar, Él te sostendrá.
¿Qué debes temer, querida hija, siendo de Dios, el cual nos ha asegurado que todo será para bien de los que le aman? No pienses en lo que sucederá mañana, porque el mismo Padre Eterno que hoy tiene cuidado de ti, lo tendrá mañana y siempre: Él nos te dará ningún mal, y si te lo da, te dará un valor invencible para soportarlo.
Permanece en paz, querida hija: quita de tu imaginación todo lo que te pueda turbar y di
frecuentemente a Nuestro Señor: “Oh Dios, Tú eres mi Dios y yo confiaré en Ti; Tú me asistirás y serás mi refugio y no temeré nada, porque no solamente estás conmigo, sino en mí, y yo en Ti.”
¿Qué puede temer un niño en los brazos de tal Padre? Haces como un niño, querida hija, y como sabes, los niños no piensan en tantos problemas, pues tienen quién piense por ellos y así son fuertes si están al lado de su padre. Hazlo así y permanecerás en paz.
En fin, debemos permanecer siempre en la paz que nos da la confianza en la Providencia Divina , aunque los acontecimientos no responsan a lo que esperamos. No te asombres si no ves mucho avance en tus aspiraciones espirituales y asuntos temporales… Dios esconde en el secreto de su Providencia el tiempo en el cual quiere atender tus deseos y la manera como lo hará; y tal vez
te atenderá excelentemente no atendiéndote según tus deseos, sino según los suyos.
No te inquietes a la vista de los males y penas que te puedan llegar, porque o el Señor no permitirá que te lleguen, o te dará fuerza para soportarlos si te los envía.
Deja alma y cuerpo entre sus benditas manos, abandónate a Él, piérdete en Él, no ames sino a Él, no quieras sino a Él, y que todas las cosas te sean indiferentes, y conocerás en el cielo qué feliz es el alma que ha vivido en este mundo despojada de todo, rindiendo homenaje al gran despojo y a la desnudez de su Esposo clavado en la cruz, muerto en ella para enriquecer y revestir a sus amadas esposas.
¡¡Que tengas un bonito día !!