"Por la misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias.
Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad"
(Lamentaciones 3:22, 23).
 
 

El amor de Dios es indescriptible, pero una vieja leyenda judía nos muestra una bella narrativa. Describe qué pasó cuando Dios creó el hombre. La leyenda dice que Dios pidió consejos a los ángeles que estaban junto a Su trono. 
 
El Ángel de la Justicia dijo:
"No crees al hombre no...  Si  lo haces, él cometerá todos los tipos de maldad contra la raza humana; será duro, cruel, deshonesto e injusto".
 
El Ángel de la Verdad dijo:
"No crees al  hombre no...  será falso y engañoso para con sus hermanos y hasta para Ti".
 
El Ángel de la Santidad prosiguió, diciendo:
"No crees al hombre no... él seguirá todo cuanto es impuro y te deshonrará". 
 
Entonces avanzó el Ángel de la Misericordia, lo más amado de Dios, y dijo:
"Crea el hombre sí, Padre Divino, pues cuando él peque y se aleje de los caminos de la justicia, de la verdad y de la santidad, yo lo tomaré tiernamente por la mano y hablaré palabras amorosas para él y, entonces, lo llevaré de vuelta a Ti".
Como nos conforta el corazón saber que el amor de Dios no tiene fin. Que Sus misericordias se renuevan a cada momento. Que aún siendo infieles y pecadores, desagradecidos y desobedientes, Él está siempre presto a perdonarnos, a mostrarnos el verdadero camino de la felicidad y cuidar para que tengamos siempre lo mejor para nuestras vidas.
 
Cuando abrimos nuestro corazón al Señor, aún cometiendo muchas fallas que avergüenzan a nuestro Padre Celestial, podemos contar con su abrazo, con su dirección, con sus atenciones y con su protección. Él estará siempre a nuestro lado y luego estaremos nuevamente siguiendo el camino de la vida abundante y eterna.
 
Grande es el amor de Dios! Somos muy benditos por poder disfrutarlo durante todos nuestros días.
 
 
 
STEFYDEASE.jpg