Las abejas (Apis mellifera), en nuestro querido planeta, forman parte de una cadena natural
de seres vivos que hacen que las plantas sigan su curso evolutivo y realicen la
producción de alimentos, por medio de la polinización correcta de plantas, árboles y arbustos.
Durante miles de años su vida diaria ha transcurrido en un entorno natural sin demasiadas
agresiones hacia las abejas, por parte de la propia naturaleza y de los seres que la habitan,
entre polinizar y visitar las especies melíferas y con el consecuente resultado de
producción de la miel, el polen y el própolis, que utilizan para su vida diaria
como alimento y mantenimiento de sus colmenas.
Pero desde 1919 hasta nuestros días , progresivamente,
han aumentado año tras año, el uso de pesticidas, herbicidas, acaricidas y
todo tipo de fitosanitarios de síntesis química, curiosamente productos sobrantes
de su uso en la primera guerra mundial contra las personas de ambos ejércitos como
arma letal en las trincheras y reconvertidos en fitosanitarios para la agricultura intensiva,
horticultura y jardinería de alto consumo del primer mundo, productos que fueron
creados por las mismas multinacionales actuales.
Todos estos productos químicos venenosos están exterminando miles de especies
de plantas y seres vivos del planeta.
Entre ellas las abejas, tan necesarias para nuestra propia existencia.