Detrás de la cortina, te veo alejarte,
tu silueta se mezcla con la gente.
Pero siempre te adivino por lejos que estés.
Me queda tu aroma, la misma que hay en las sábanas
que hace un momento en volvían nuestros cuerpos.
Sábanas impregnadas de amor, de caricias y besos.
Suaves murmullos surcan el aire, en esta habitación
testigo muda, de dos cuerpos que se extrañan.
Se sumen en ese sopor que queda después de amarse,
los ojos cerrados pidiendo que se detenga el tiempo.
Para permanecer así.
Abrazados ante la calidez de esa piel.
La que ya es parte de mi.