Era muy temprano aún y en invierno ¿Quién se levantaría a esas horas? Tal vez los que trabajen en el campo en la ardua jornada de atender los animales y las demás ocupaciones, tal vez un poeta, un escritor que sienta la necesidad de escuchar las melodías de los pájaros acariciar su alma y su corazón y que en las primeras luces anuncian la aurora en el horizonte.
Tenía que levantarme mientras daba vueltas y vueltas entre las sabanas, la almohada y las frazadas sin poder cerrar los ojos nuevamente, recordaba en mis pensamientos anécdotas y situaciones vividas, las promesas de su amor, las alas que me hacían su ángel y este vacío que se hace realidad cuando las letras de cada escrito rasguñan mi alma y mi corazón.
Tomé mi pluma decidido porque sabía que iba a leerme y lleno de melancolía no podía negar mis sentimientos, entonces en ese momento mágico llegué hasta los espacios de su soledad, ella dormía desnuda como me describía en sus palabras llenas de suspiros cuando se conectaba a mi piel y a mi alma y soñaba que al fin le decía…
-¡Amor vine para siempre a tu lado!- Me acerqué despacio para escuchar los latidos de su corazón, pero al rozar apenas su cuerpo una energía superior me hizo estremecer, era la fuerza de su amor que había vencido el tiempo y la distancia, la nostalgia y el olvido y era mi amor el que vivía en sus deseos para darle fuego y pasión… Ella dormida exclamó ¿Amor eres tú? ¡Te amo!