El erotismo empieza en tí,
por cómo me miras y todo
lo que me sugieren tus ojos;
por cómo rompes mi boca,
cuando el beso se calienta;
por cómo deshaces el hielo y
haces desaparecer la tensión.
Luego ya sigue en mí,
y lo transformo en carne,
en sudor y en todo lo que
conlleva a volver loca a la
lengua, y en darle forma a
aquello que nos ruegue el
cuerpo, el alma, la mente.
Y a llenar, hasta que rezuma,
cada jodido espacio de ambos.
Y le hagamos alabanzas
a la ansiada satisfacción.