UN PUÑAL DENTRO DE MI ALMA
Había Cambiado no era la misma mujer que había conocido
y que me había atrapado en su encanto y en el arte
de su seducción, ella había cambiado conmigo,
su manera de tratarme, de contestarme
y hasta su silencio, sus pausas y su distancia eran
diferentes, su voz no tenía la magia del amor en su melodía,
no había halagos, no había bromas ni chistes que le daba
un poco de locura a la relación entre las risas
y los temblores de emoción. Había cambiado y ya no me leía, ella mismo me lo dijo
para asestar un puñal dentro de mi alma, cómo sería la musa
de un poeta si ni siquiera posaba sus ojos en mis letras,
cómo sabría todo el amor y la pasión que derramaba
las gotas de mi pluma que se esparcían entre las líneas
de mis escritos si le había puesto una pared de hielo a sus venas,
a su respiración, a sus suspiros, a su piel, a su vientre
y vendado sus ojos para no mirarme. Había cambiado y tenía todo el derecho del mundo en hacerlo,
era una mujer divina y cualquier hombre se fijaría
en sus atributos y su manera de ser, nadie puede vivir de sueños,
de ilusiones y de poesía, estaba convencida que el tren pasó
por la estación y yo no me había subido a él y desde entonces
se aferró a la esperanza,
a los recuerdos, al amor que le juré para toda la vida,
había cambiado y el tiempo se encargó de su corazón.
Ángel de las Letras
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