Ser mujer es sinónimo de resiliencia, fortaleza y, sobre todo,
confianza: confianza en nuestras propias destrezas y
capacidades.
En la mayoría de los ámbitos, ser mujer implica
que debemos trabajar más para alcanzar las
mismas metas que los hombres y
ello es sólo una prueba tangible de
nuestro gran potencial.