¿Liderazgo eficaz?
Si pone la radio cristiana es muy probable que haya un programa sobre liderazgo por lo menos una vez al día. Al abrir la prensa se encuentra lo mismo, es muy probable que se le ofrezca un curso sobre liderazgo. La idea es mejorar nuestra imagen, impresionar e impactar a los consumidores, vender nuestro producto o influir de tal manera que haya personas que nos sigan. Los ejemplos casi siempre son las historias impresionantes de personas que nacieron en la pobreza y que ahora son dueños de compañías internacionales, cadenas de tiendas o restaurantes.
Lo notable es que personas que promueven un liderazgo “cristiano” muchas veces están usando las mismas estrategias, los mismos ejemplos con el mismo fin: influir en los demás. Se trata de relaciones públicas, de estrategias para influir en la vida de otras personas, de desarrollar carismas. Lo importante es tener características personales que atraigan a la gente.
Con los estudiantes teológicos en el Seminario donde doy clases, hago un ejercicio interesante: analizamos unos capítulos del libro Liderazgo Eficaz escrito por John Maxwell (con una introducción por Marcos Witt). Al ver los principios explicados en el libro, la reacción de los estudiantes es ambigua – y con razón. Maxwell nos presenta principios motivacionales: “Ser líder eficaz es tener sentido de llamado, es saber comunicarse, es abordar los problemas con habilidad, es ser persistente”. Sin duda se podría buscar una base bíblica para sus principios, sin embargo, uno se queda con una inquietud: ¿Se tratan de conceptos bíblicos o sencillamente se tratan de principios mundanos “bautizados” con cierta religiosidad para darles el sabor de “cristianos”?
Maxwell cita a personas como el Presidente Harry Truman quien dijo: “El líder es la persona que tiene la capacidad de hacer que los demás hagan lo que no quieren o que no les gusta hacer”. Otro ejemplo es del Mariscal Bernardo Montgomery: “El liderazgo es la capacidad y la voluntad de agrupar a hombres y mujeres en torno a una causa común, es el carácter que inspira confianza”. Dice Fred Smith: “El liderazgo es influencia”.
Usualmente dejo a los estudiantes discutir sobre los principios por un tiempo. Unos se sienten incómodos, otros responden con un “sí… pero”. Luego, abrimos la Biblia en Ezequiel 34, aquel capítulo que habla del carácter de un verdadero pastor. Reconozco que el concepto del “pastor” en Ezequiel no es lo mismo que un pastor evangélico y de hecho, Ezequiel está hablando de los líderes del pueblo de Dios. Sin embargo, las cualidades de un pastor que agrada a Yahvé son cualidades que sin duda Él buscaría en un pastor de una iglesia local, del equipo de liderazgo de la iglesia.
Hasta cierto punto, el capítulo es devastador y desde el principio nos presenta a Yahvé, el Señor omnipotente, quien está en contra de los pastores. La pregunta básica es: ¿Acaso los pastores no deben cuidar al rebaño? El Señor observa que los pastores se cuidan a sí mismos pero no a las ovejas del Señor. El cuadro es preocupante, se aprovechan de las ovejas, beben su leche, andan vestidos con su lana y comen las ovejas más gordas. Y peor aún, como si tal aprovechamiento no fuera suficiente, nos asusta ver que tratan al rebaño con crueldad y hasta con violencia… y son pastores. Al no ser cuidadas, las ovejas andan perdidas, descarriadas, a la merced de las fieras salvajes.
No debe sorprendernos que las mismas ovejas anden mal. Dios entonces las juzga por su proceder entre ellas mismas. Las ovejas pelean entre sí, atacan a cornadas a las más débiles y no permiten que otras ovejas tengan acceso a los pastos verdes y al agua limpia. Si los líderes andan mal, ¿es una sorpresa que las ovejas estén igual?
Al exponer su crítica de la manera de pastorear, Dios nos da un cuadro del líder que Él aprueba: el pastor es alguien que fortalece a la oveja débil, cuida de la enferma, cura a la herida, va por la descarriada, busca a la perdida, se preocupa por su bienestar, las nutre, las apacienta. Significa que el pastor conoce a sus ovejas, que sabe dónde están, que es sensible a sus necesidades y, sobre todo, que las ama. Es imposible imaginar que bastaría con tener una “oficina pastoral” con horas hábiles en las cuales las ovejas puedan buscar al pastor. Todos los verbos de los versículos del capítulo hablan de acción, de una acción que empieza con el pastor. Tiene que ser proactivo.
No hay nada del “culto al líder”, nada de influencia popular, nada de establecer “nuestro” ministerio. Nada de pastores “gordos” por aprovecharse de los diezmos de sus miembros, lo cual Ezequiel explica como pillaje. Al contario, lo que a Dios le agrada es el servicio hacia los necesitados. Vez tras vez el Señor nos hace recordar que su pueblo es visto como "sus" ovejas y que Él sí se preocupa de ellas y nos pedirá cuentas por nuestro estilo de liderazgo.
Al comparar los dos estilos de liderazgo – el popular, el “eficaz” - y el pastoreo presentado en Ezequiel 34, nos preocupa la ausencia de una coherencia vivencial entre el liderazgo “eficaz” y principios bíblicos. Ezequiel 34 nos invita a reevaluar nuestro ministerio y el enfoque de nuestra actividad pastoral. Nos invita a preguntarnos si el estado de nuestras iglesias refleja el tipo de liderazgo que hemos aprendido del “marketing”. Nos invita a arrepentirnos y volver a nuestro Buen Pastor y caminar en pos de quien dijo que había venido, no para ser servido, sino para servir y dar su vida por los demás.
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RdC Guatemala