LA TRAMPA HILADA DEL RESENTIMIENTO Y LA AMARGURA
Hace unos años dieciocho años entró a mi consultorio una mujer menuda de mediana edad llamada Lois. Sufria de artritis leve, especificamente de dolores en las articulaciones de los dedos. En ese entonces se entendía muy poco sobre la relación entre la alimentación, las emociones, el estilo de vida, y las enfermedades. Le indique medicacion antiinflamatoria común y la envie a su casa. Lois mejoró durante algún tiempo, pero luego comenzo a tener más dolor, hinchazón, y sensacion de calor en los dedos. Indique analisis de sangre y descubri que tenía artritis reumatoide. La referi a un reumatologo.
Durante su primera consulta conmigo le habia preguntado sobre su historial personal. Acababa de pasar por un divorcio muy amargo. Despues de 30 años su esposo la habia abandonado por otra mujer mucho mas joven. El hombre tenía dinero, y Lois habia pasado de vivir en una mansión y conducir un auto muy caro a vivir en un departamento pequeño y conducir un auto de segunda mano. Apenas podia pagar las cuentas con lo que recibia como cuota de manutención hasta que el acuerdo final del divorcio se completara con la venta de la propiedad, según el acuerdo del divorcio. Con la mencion apenas del nombre de su ex esposo el dulce rostro de Lois y sus modos suaves cambiaban dramaticamente. Su cara se convertia en una mascara. Con la voz casi en un susurro y lleno de enojo, me dijo que odiaba a su esposo y que queria verlo muerto. Cuanto más hablaba mas pequeños se hacian sus ojos y su mirada, mas desafiante. Hasta sonrió cuando me dijo que queria verlo muerto y que no queria para él una muerte pacifica. Queria que perdiera la vida de manera dolorosa y que sufriera aún más de lo que sufría ella. Rara vez habia encontrado yo tal amargura y resentimiento en un paciente. Sus palabras helaron el aire de mi consultorio y me perturbaron durante toda la tarde.
Por cierto, Lois tenia muchas razones para sentir amargura. Pero las razones no son las que producen amargura. Son las actitudes. Lois podria haber elegido como sentirse con respecto a su ex esposo. El reumatologo a quien Lois visitó le dio medicacion para la artritis reumatoide. Pero continuó visitandome como medico de familia. Sin importar que le prescribiera el especialista, la condición de Lois empeoraba con las meses y los años.
En unos pocos años, esta mujer amable, llena de gracia y gentil, quedo torcida, doblada y contracturada. Su rostro adquirio la misma expresion helada que yo habia visto cuando me hablo amargamente de su ex esposo por primera vez. Los dedos de sus manos y sus pies quedaron deformados. Su cuello y su espalda comenzaron a torcerse, por lo que quedó en una posicion de jorobada.
Al hablar con ella años más tarde vi que su amargura y resentimiento habian ganado. Seguia vitupereando a su ex esposo, aún despues de tantos años, con gran vehemencia. Percibia que él era la causa de todo su dolor. Juró nunca perdonarlo. Me dijo que seguia consolandose por las noches con imagenes de su sufrimiento en un accidente de auto en el que quedaba atrapado mientras el vehiculo explotaba en llamas. Tambien dijo que se consolaba con la idea de que él y su nueva esposa arderían en el infierno algún dia.
Cuand le pregunté a Lois si pensaba perdonar a su esposo alguna vez, me dijo rotundamente: "No, yo pienso seguir sintiendo así hasta que muera".
Su continuo estado emocional me asombraba, y yo sentia que sus torcidas emociones dentro de ella tenian relación con el sufrimiento de su cuerpo. Tambien, yo sabia que no podria ayudarla. Rechazó mi consejo de ver a un siquiatra. En realidad permanecio extremadamente llena de amargura hasta el día en que murío.
Hoy, estoy firmemente convencido de que la amargura y la falta de perdon tienen que haber causado la artritis de Lois. Si hubiera tomado la muy dificil decision de perdonar a su ex esposo ,quiza hubiera evitado el desvastador dolor y sufrimiento que acompañaba a su dolencia fisica.
Aunque actualmente no hay vinculo cientifico establecido entre la enfermedad y las emociones del resentimiento, la amargura, y la culpa, estas emociones casi siempre están estrechamente vinculadas a la ira, la ansiedad y la depresion. Las tres ultimas estan fuertemente vinculadas a la enfermedad. Provocan una fuerte respuesta de estrés. Estoy totalmente convencido de que el resentimiento y la amargura son dimensiones de la ira: son las cenizas candentes de la ira y de la hostilidad continua. Tambien estoy totalmente convencido de que mucha ansiedad y depresion tienen su origen en la culpa continua por la que una persona jamás recibio genuino perdon.
...Antes de morir, creo que Lois habia quedado atrapada en el odio. Su amargura y resentimiento habian crecido a tal punto, alimentados continuamente por recuerdos que evocaban ira en ella, no solamente odiaba a su ex esposo y a su nueva esposa, sino que ella odiaba todo acerca de su vida. Odiaba el lugar y el modo en que vivia, su aspecto, como se sentia fisicamente...Hasta se odiaba a si misma.
Poco antes de morir Lois se mudó. Un pariente me informó que habia muerto casi paralizada. Su cuerpo se habia convertido en una prision llena de dolor fisico y emocional.
Cuand recibi esta noticia de parte de su familiar, no pude sino sentir que el sufrimiento de Lois, tan severo y desvastador, habia sido innecesario. Habia sido una mujer tan atractiva y prometedora, pero permitio que sus emociones la consumieran y le robaran todo su potencial. Dr. Don Colbert