LA ALEGRIA DE VIVIR.-
Los seres humanos tenemos una profunda necesidad de sentir, de arrobarnos, de conectarnos y sintonizarnos con el otro, y con la vida en general; sin embargo, parece que el rumbo de la cultura urbana toma el camino que lo conduce justamente a alejarse de esa capacidad.
El estilo de vida sobre activa, sobre exigente, sobre racionalizada, sobrecargada, en que todo esta planificado, en que los pensamientos circulan en nuestra cabeza a mil por hora, en que estamos desarrollando una actividad, pensando en la siguiente, no permite abrir esa brecha, ese espacio de presencia, de atención y asombro por lo que esta siendo la vida en ese momento.
Esta actitud ha ido anestesiando nuestros sentidos, nuestra capacidad de oler, palpar, degustar, ver, oír, que son las antenas que el proceso evolutivo nos ha regalado para conectarnos al mundo y que constituyen fuentes importantes de alegría y placer. Podríamos preguntarnos cuando fue la ultima vez que nos sentimos arrobados por el momento, por una conversación, por una lectura, por la música, por nuestro trabajo, por el acto de comer, por un contacto amoroso, por una idea, cuando fue la ultima vez en que pudimos estar tan conectados con el momento, que pudimos estar allí, que ese instante fue único, pleno, total.
Parece que el ritmo de vida que nuestro modelo propone va en el sentido opuesto, todo muy rápido, muy descomprometido para poder pasar de una cosa a otra, actitudes Light. En que huimos de las experiencias que nos regala el momento, sobrevolando la vida, buscando en estímulos cada vez mas enajenados el volver a sentirnos vivos. Y no se trata de esto, no es a través de agregar cada vez mas estímulos, ruidos o cosas novedosas y espectaculares que recuperaremos el encanto de vivir