La publicidad es una parte importante de nuestra cultura. Conducir por la autopista es como conducir por una enciclopedia de informacion. En nuestras vidas cotidianas, somos bombardeados con carteles, anuncios de television y la radio, anuncios en todas las revistas y periodicos y en los lados de los taxis y los autobuses. Todos ellos nos dicen de alguna manera u otra que necesitamos lo que ellos venden. "Compre esta crema y todas sus arrugas desapareceran." ¿Acaso el mensaje no es en realidad que si usted compra y usa ese producto en particular entonces sera usted aceptable? El mensaje es que si simplemente puede usted verse mejor, las personas le aprobaran. "Conduzca este auto y definitivamente sera usted observado y admirado." "Rociese este perfume y todos los hombres seran atraidos hacia usted." "Coma esta comida y quedará plenamente satisfecho." "Tome esta pastilla y perdera de peso." Despues de todo, si tuviese usted una talla menos, puede que no fuese rechazado. ¡Es momento de despertar! ¡Todo es una mentira! Puede que haya buenos productos en el mundo que usted quiera comprar y probar, pero no hay ninguna duda de que ellos no le proporcionaran ese sentido final de satisfaccion.
El mundo tiene una profunda deuda que se hace aún más profunda todo el tiempo al intentar comprar lo que Dios ofrece gratuitamente: aceptacion, amor, aprobación, dignidad, valor, paz, gozo, satisfaccion. La casa mas grande no le hará sentirse completo; simplemente tendrá usted más metros cuadrados que limpiar. El modelo más nuevo de auto no lo conseguira. simplemente tendrá usted pagos más elevados. El ascenso en el trabajo no es la respuesta; simplemente tendrá usted mas responsabilidad y probablemente se le demande que trabaje más horas. Oh si, puede que tambien gane mas dinero, pero cuando haya pagado sus impuestos y haya comprado todas las cosas que necesite para mantener su nueva imagen, de todos modos no le sobrará nada. Siga adelante y corra unas cuantas vueltas más alrededor del circuito de carreras del sistema del mundo, y estará usted diciendo con Salomón: "Vanidad de vanidades, ¡todo es vanidad". Joyce Meyer