EL MATRIMONIO ES UNA SOCIEDAD.
¿Te consideras una persona independiente y autosuficiente, que no necesita darle explicaciones a su pareja? No hay problema… divórciese!!! Sepárese, pero no pretenda actuar a espaldas de su socio sentimental. Los secretos pueden destruir matrimonios, igual que las dudas y las mentiras. Con el tiempo, la incertidumbre y la pobre comunicación, debilita cualquier matrimonio, desalentando el estado anímico y el deseo de intercambiar afecto. Crece el silencio y la decepción y se entra en una espiral peligrosa, cuyo final puede ser la ruptura o resignación
No estás haciéndole un favor a tu pareja al comentarle tu acontecer diario, estás cumpliendo tu deber, estás alimentando y fortaleciendo tu relación. ¿Te imaginas que desconozcas lo que más le afecta a tu pareja cada día, no en términos generalizados, sino en los pormenores? Hay parejas que ignoran los ingresos económicos del otro… ¡porque es un asunto personal, y porque mis ganancias son mías! Esto ocurre, y deteriora la armonía. El precio es alto. Se Hay quienes se alteran cuando su pareja le pregunta ¿dónde estabas? ¿qué hiciste? ¿con quién andabas, por qué no me llamaste? ¿qué hiciste con el dinero que cobraste? ¿por qué no me avisaste? ¿qué pasó con el dinero que te di? ¿en qué gastas la quincena? Es inmaduro y contraindicado asumir poses de indignado y sometido por el sólo hecho de tener que responder a estas preguntas. “Amistades” negativas y machistas envenenan a ciertos maridos con mensajes imprudentes tales como “¡Ay! vale, tú como que eres un sometido en tu casa. ¿Tú todavía le das explicaciones a tu mujer de todo lo que haces? ¿Tú todavía le dices en qué gastas tu dinero? ...etc.”. Lo peor, es que “muerden el anzuelo” y regresan hechos unas fieras a casa, dispuestos a “enfrentar a su pareja” si se atreve a hacerle preguntas. Cabría preguntarle a esos mismos consejeros “meros machos” ¿cómo se sienten sus respectivas esposas? ¿son felices o están resignadas? Escucha recomendaciones de aquellos que tienen hogares felices, no de aquellos que imponen “la ley del más fuerte”. No tienes por qué justificar todo lo que haces y dices, pero si conviene comentarlo. De otra manera, con el tiempo, las parejas serían unos perfectos extraños. Están cerca físicamente, pero lejos emocionalmente. Viven juntos, pero “no saben que está pasando en la vida del otro”. Qué triste. Deja de un lado la autosuficiencia de mostrarte molesto cada vez que tu pareja te pregunta algo.
Comparte. Para eso te casaste o convives. Nadie tiene garantía de cuántos días de vida o de convivencia quedan, todo es pasajero, temporal, nada es eterno. Un día, cuando por leyes de la vida, tu pareja no esté más contigo, ¿cómo sentirás al recordar aquellas escenas frustrantes donde ésta te pedía compartir y tú te negabas? ¿podrás retroceder al pasado? ¿podrás hacer algo al respecto en ese entonces? ¿o será muy tarde? Hoy puedes hacer algo al respecto. ¿Qué harás? ¿Quieres mejorar, salvar tu relación matrimonial y familiar? No digas nada. ¡Demuéstralo!