Dios responde a todas las oraciones, aunque no siempre de la manera esperada. Rara vez Dios tiene prisa o está apurado, lo cuál se ve en su creación. Tarda en hacer un bebé, una flor, un árbol, o un atardecer, o incluso una brizna de hierba. No se puede apurar a Dios. Hay que aguardar a que llegue el momento determinado por Él. A veces Dios demora su respuesta a una oración hasta que hayas aprendido algo que Él quiere enseñarte. O a veces espera hasta que se produzcan las condiciones propicias para el resultado que Él quiere lograr. Como en el caso de aquel hombre de la Biblia que era ciego de nacimiento. Tuvo que ser ciego toda su vida para que todos lo supieran, y así, al llegar cierto día Jesús lo sanara prodigiosamente, y Dios fuese glorificado (Juan 9) En ciertos casos, tal vez transcurran años, hasta que sepan que Dios no respondió del modo que esperabas, o cuando se lo pediste, ¡Pero el día llegará! y sabrás que Dios actuó acertadamente. ¡Espera en el Señor! La oscuridad mas densa es antes del amanecer, y la mayor desesperación ocurre justo antes de la salvación. La más profunda desesperanza ataca justo antes de ser rescatado. Por éso no dudes, ni por un instante que Dios te contestará.
¡Ya verás que lo hace! confía en Él, y dale gracias por la respuesta, aunque no la veas de inmediato. ¡Después te alegrarás de haber confiado en Él!
(“Señor, hazme amar lo que me mandas y luego mándame lo que quieras”) San Agustín