UN AMANTE NO APARECE POR CASUALIDAD
Y aunque no existan diferencias biológicas y fisiológicas entre el hombre y la mujer, en cuanto a que uno sea más proclive que el otro a la infidelidad, hay una diferencia psicológica importante. Para el hombre, una relación extramatrimonial ocasional no tiene un sentido profundo, significa una aventura, un desafío. Al hombre le es más fácil disociar y, por lo general, no se siente comprometido emocionalmente. La mujer en cambio, y salvo excepciones, al tener una relación con un hombre que no sea su marido se compromete también afectivamente.
¿Cuáles son los motivos por los que una mujer corre a los brazos de otro hombre?. A veces, cuando la pareja lleva muchos años de convivencia, la aparición de un tercero hace que ella vuelva a sentirse renovada, atractiva, seductora, con ganas de volver a arreglarse.
La necesidad de recuperar parte de su ego suele ser la explicación más básica, y no es sólo algo propio de la mujer sino que en el caso del hombre también aparece una sintomatología similar. Puede suceder que a partir de ese engaño, la pareja se movilice. Que ella comience a replantearse toda su vida y le señale al marido los cambios que espera que se produzcan.
A pesar de lo que se cree, no siempre el impulso es provocado por la insatisfacción sexual. En algunos casos hay vacíos, carencias propias de orden espiritual e intelectual, que parecen más llevaderas teniendo una aventura que produce emoción.
También están las que manifiestan muchas frustraciones personales, carencias de afecto o descontento con los roles que les tocó desempeñar en la vida, y la fantasía que abrigan es que un amante les va a dar todo lo que ellas sueñan. Es en estos casos cuando realmente dejamos de hablar de aventura y nos adentramos en un terreno más complicado, que puede acabar con la ruptura de la pareja porque ya no se busca algo pasajero sino colmar un vacío que causa una profunda insatisfacción personal.
¿Se puede superar una infidelidad? No es fácil pero tampoco imposible. Depende de la importancia que tiene el vínculo para cada uno, de la autoestima de ambos y fundamentalmente, de la capacidad de perdonar y de saber que a veces el engañado tuvo algo que ver en el desenlace.
Cuando la pareja, después del "shock" que provoca la noticia de la infidelidad, puede hablar y retoma el diálogo, descubre sentimientos y pensamientos de sus cónyuges que jamás había sospechado.
En el caso de que no se pueda establecer una comunicación fluida o estén tan enojados que sea imposible elaborar la situación en forma racional, la pareja deberá buscar orientación adecuada (si es que les interesa rescatar lo que aún queda entre los dos) porque de otro modo, ambos terminan distanciándose para siempre.
Y es que la infidelidad es casi siempre una señal de alarma que avisa dificultades internas y descuidos amorosos. Según los expertos, la mayoría de las aventuras extramatrimoniales son mensajes dirigidos a los dos, y tratan de compensar algo que falta en la pareja.
Si las aventuras se producen desde el principio de la relación de forma continuada quiere decir que la sexualidad está alterada de base. No conviene engañarse con que el infiel cambiará por amor su forma de actuar, y si sus conflictos no se resuelven, repetirá sus aventuras.
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