Sobreproteger a los hijos pensando que al brindarles más cuidados, les demos mayor afecto, es un error, ya que el exceso de atención limita y dificulta el desarrollo de la personalidad de los hijos, los hace más dependientes, inseguros, inestables e inmaduros emocionalmente.
La tendencia de los padres a proteger a sus hijos es normal hasta cierto punto, sin embargo, protegerlos y preocuparse en exceso, puede convertirse en un amor asfixiante que creará niños caprichosos, dependientes y llenos de límites.
Los niños sobreprotegidos no conocen las frustraciones, ni los contratiempos, no aprenden a valorizar ni a ganarse los premios, crecen sin sentido de responsabilidad, presentan dificultad para tomar decisiones y no resuelven sus propios problemas. Estos niños se convierten en adolescentes y adultos manejables por otros, con poca capacidad de liderazgo positivo.
Los padres sobreprotectores son aquellos que exigen a sus hijos menos de lo que corresponde a su edad, no los dejan asumir responsabilidades para que vayan adquiriendo autonomía y los ven como niños aunque ya asistan a la universidad.
Es por ello que es común encontrar jóvenes que no se adaptan al ambiente universitario, donde se requiere de actitudes independientes, autonomía en la toma decisiones y enfrentarse a situación difíciles que deben resolver de forma inmediata. También puede observarse escolares que hay vestir todas las mañanas para que no lleguen tarde al colegio, niños y adolescentes que nunca ordenan sus cosas porque mamá se lo hace y la esperan para hacer las tareas.
Esta situación de dependencia e inseguridad trasciende al matrimonio influyendo en la relación de pareja, donde se posesiona uno del otro, con un sentido de pertenencia casi patológico, que atosiga la relación y en muchos casos es tan asfixiante que ahoga y mata el amor.
Por todo ello, aunque es importante para el desarrollo integral de los hijos que sus padres sean afectuosos, cariñosos y comunicativos, no deben impedirles que asuman responsabilidades, deben enseñarles a ser autónomos, que se involucren en las actividades de la casa, como apoyo y como aprendizaje. Los padres deben dejar que los hijos aprendan a resolver situaciones sencillas en el hogar, con sus compañeros y amigos de la escuela, etc.
Es aceptable también que los hijos tengan sentimientos de frustraciones en algunos momentos, por ejemplo cuando no se le puede complacer en sus exigencias, sencillamente debe explicárseles el porqué. La disciplina con afectos, los premios y límites, son fundamentales para el desarrollo armónico de su personalidad
Algo muy importante que los padres deben tener presente, es que ellos son los mejores modelos que sus hijos imitarán, y los hijos serán el fruto de la semilla que los padres hayan sembrado en ellos.