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Biografías de la Reforma Protestante: JORGE CAJAKOB
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: Julianhgm  (Mensaje original) Enviado: 22/06/2010 18:59

Jorge Cajakob “Blaurock”

 El primero en ser bautizado el 21 de enero de 1525 fue el último en morir trágicamente de los tres principales protagonistas de la sencilla ceremonia. Jorge Cajakob le solicita a Conrado Grebel que le bautice en casa de Félix Manz. Acto seguido, ya bautizado en aquella gélida noche, Cajakob repite la acción con cada uno del pequeño grupo, no más de doce personas. 

  Jorge nace en 1491, en el poblado de Bonaduz, en los Grisones, este de Suiza. Hijo de campesinos tiene la oportunidad de cursar algunos estudios en la Universidad de Leipzig. En 1516 ya es sacerdote y vicario en Trins, jurisdicción de la diócesis de Chur. Dos años después abandona el puesto y se dedica a viajar, le sigue la pista a los sucesos que están convulsionando a Europa debido a la reforma religiosa iniciada por Martín Lutero.

 En 1524 Jorge Cajakob llega a Zurich, ya casado, y entra en contacto con el grupo que inicialmente fue seguidor de las enseñanzas de Ulrico Zwinglio, pero que después entra en colisión con él por considerarle tibio en la implementación de la eclesiología descubierta en la lectura del Nuevo Testamento. Conrado Grebel y Félix Manz eran los más activos en ese grupo.

 Enjundioso, de ánimo arrebatado y físicamente imponente, Cajakob fue calificado por Zwinglio como un personaje osado que “no consideraba a nadie hijo de Dios a menos que fuera loco como él”. El sobrenombre de Blaurock (abrigo azul) se lo ganó en una de las muchas discusiones teológicas en que participó. Una ocasión “debatiendo en una reunión sobre temas de fe […] Jorge expuso también su punto de vista. Entonces alguien preguntó quién era el que acababa de hablar. Inmediatamente un tercero dijo: ´fue el del abrigo azul´. Y así fue como recibió el apodo de Blaurock, porque traía puesto un abrigo azul”.

 Su celo, otros dicen que su intrepidez, le llevaron después de haber sido bautizado a irrumpir en las reuniones eclesiásticas para exponer sus creencias. Lo hizo por primera vez el 29 de enero de 1525, en Zollikon, a tres kilómetros de Zurich, cuando el pastor Billeter se dirigía al púlpito y Jorge le preguntó qué pretendía hacer el ministro le respondió que predicar la Palabra. Entonces un impetuoso Blaurock se levantó y dijo que quien iba a predicar era él. Lo hizo y ganó seguidores para su causa.

 Al día siguiente, Blaurock, que acompañaba a Manz, y veinticuatro de los que habían sido bautizados en Zolllikon fueron arrestados y llevados a la cárcel en el monasterio agustino de Zurich. Fue puesto en libertad, no tardó mucho en volver a difundir su causa en compañía de otros. Él y Manz hicieron una efectiva pareja que ministraba en las casas de los creyentes en Zollikon. En el hogar de Rüdi Thomann “después de mucha conversación y lectura, Hans Bruggbach se paró, llorando y clamando que era un gran pecador, y pidió que oraran a Dios por él. Entonces Blaurock le preguntó si deseaba la gracia de Dios. A lo cual respondió que sí. Entonces Manz se puso de pie y dijo: ´¿Quién me impide que lo bautice?´ Blaurock respondió. ´Nadie´. Entonces Manz tomó una cazuela con agua y lo bautizó en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

 Blaurock y Manz estuvieron encarcelados juntos en varias ocasiones, como en julio de 1525, cuando en Chur les recluyeron por predicar y bautizar. Manz fue remitido a Zurich y Blaurock liberado, por la intervención de unos amigos. Jorge el del abrigo azul decidió irse a otra zona, Appenzell, y continuar con la evangelización. De nueva cuenta juntos fueron arrestados en Groningen, diciembre de 1526.

 Manz es sentenciado a muerte, y es víctima de la inmisericorde pena de ahogamiento (nos hemos referido al caso en nuestro anterior artículo). El mismo día de la muerte de Manz (5 de enero de 1527), Jorge Blaurock “fue desnudado hasta la cintura y golpeado con varas hasta que la sangre corrió por su espalda, desde el sitio de la ejecución hasta el Portón de Niederdorf. Una vez que atravesó éste, el indomable predicador anabautista se sacudió el polvo de la ciudad que se pegaba a su ropa y sus zapatos en señal apostólica de despedida y menosprecio”. (William R. Estep, Historia de los anabautistas, p. 63).

 El expulsado continuó su ministerio en Berna, donde Blaurock y otros anabautistas sostuvieron un intenso debate con Zwinglio. De nueva cuenta el enjundioso Jorge es condenado al exilio, al que le acompañan varios de sus hermanos en la fe. Se establece en Biel, donde inicia una congregación que alcanza buen crecimiento, hasta que las autoridades le ordenan abandonar la ciudad. Su nuevo destino es Appenzell, donde no tarda mucho en ser bien ubicado por el gobierno y por cuarta vez en cuatro meses lo expulsan de una ciudad suiza.

 Debido a su paso itinerante es difícil seguirle las huellas a Blaurock. Lo es tanto por las expulsiones que padece, como por su activismo en expandir las creencias anabautistas. Lo cierto es que en mayo de 1529 las evidencias muestran que estaba desarrollando actividades misioneras y pastorales en el Tirol (Austria), región en la que por otra parte ya había estado antes en algún momento de su intenso recorrido. En el Tirol sus predicaciones son seguidas por multitudes, que después se organizan en congregaciones anabautistas. El crecimiento hizo que la vida clandestina llevada por Jorge Blaurock se hiciese cada vez más difícil.

 Las autoridades de Innsbruck capturan a Blaurock y su acompañante, Hans Langegger, en Guffidaun el 14 de agosto de 1529. Son torturados bárbaramente para que den información sobre las congregaciones anabautistas y sus integrantes. Ellos resisten los reiterados castigos y no delatan a nadie. Ambos son condenados a muerte. La jurisdicción religiosa y política donde Blaurock y Langegger son sentenciados era católica. Son condenados a la hoguera y son sacrificados el 6 de septiembre de 1529 (Arnold Snyder, Anabaptist History and Theology. An Introduction, pp.116-117).

 El himnario que recoge cantos de los hermanos suizos incluye dos de la autoría de Jorge Blaurock, son el número 5 (con treinta y tres estrofas) y el 30 (trece estrofas). Son una confesión de esperanza, agradecimiento por la salvación en Cristo, confianza en el poder de Dios y clamor por fortaleza ante la persecución. Las líneas finales del segundo himno, titulado Gott, dich will ich loben, dicen “En gracia, oh Señor, guíanos/ hacia tu reino/ Que podamos creer sin dudar/ y hacer tu santa obra/ Danos fuerzas hasta el final” (Texto de los dos himnos en Daniel Liechty, Early Anabaptist Spirituality, pp. 45-53). Jorge Blaurock tuvo fuerzas y con ellas enfrentó las llamas que consumieron su cuerpo



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: mujervirtuosa8 Enviado: 23/06/2010 23:57
 
 
BUENAS NOCHES. TE ENVIO UN ABRAZO  GRACIAS POR BENDECIRNOS SIEMPRE. DIOS TE BENDIGA, MIGDALIA


 
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