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Reflexiones Jaime Batista: Ama, no juzguez ni condenes
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: batistacortes  (Mensaje original) Enviado: 14/08/2010 17:40
 
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Ama no juzgues ni condenes
  
El mundo esta lleno de personas rechazadas, de personas a las cuales se les han cerrado las puertas, a las cuales la sociedad ha dicho NO, personas a quien nadie ama, nadie ayuda y aun algunos piensan sería mejor que no existieran. ¿Cuál es tu posición frente a estas personas? ¿Frente a aquellos que han fracasado, que han pecado, que se han caído, que han perdido la fe, que tienen una baja autoestima, que no tienen quien les extienda la mano? ¿Cómo actúas frente a las dificultades de los demás? ¿Amas y ayudas? ¿O simplemente juzgas? A continuación examinaremos cuatro casos de personas que necesitaban ayuda y la reacción de las personas que estaban a su alrededor.

JOB
El capítulo 1 de Job narra la dura prueba que Job tuvo que vivir; le mataron a sus criados; sus ovejas y pastores fueron consumidos por el fuego, se robaron sus camellos y todos sus hijos y sus hijas murieron al caérseles la casa encima por un gran viento. Como si esto fuera poco, tuvo que sufrir una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza.

Imagina que algo parecido a esto te sucede y una persona a la cual tu consideras como tu amiga, se acerca a darte el sentido pésame y te dice: “¡Oh, Quién diera que Dios hablara, y abriera sus labios contigo...conocerías entonces que Dios te ha castigado menos de lo que tu iniquidad merece” (Job 11: 5-6)

Job se encontraba terriblemente apesadumbrado, estaba muy mal de ánimo y estas palabras expresadas por su amigo no eran precisamente palabras de consuelo. ¿Cuántas veces nos encontramos con personas que están en medio de la prueba y lo único que pensamos es que esta en pecado, que esta pagando sus errores y que debe arrepentirse? ¿Cuántas veces nuestras palabras distan tanto del amor y se convierten en un juicio en donde condenamos a aquel que esta esperando un poco de amor y respaldo?

ANA
El capitulo 1 del primer libro de Samuel, nos narra la historia de un hombre llamado Elcana y sus dos mujeres: Ana y Penina. Penina tenía hijos mas Ana no podía tener hijos. El mayor deseo de Ana era tener un hijo y el saber que no podía tener hijos era para ella un gran sufrimiento, esto la llenaba de dolor y aflicción. Y como si su dolor no fuera suficiente, debía soportar a Penina, que no solo era la otra esposa de su marido sino que además la irritaba y la hacía enojar año tras año recordándole que no podía tener hijos.

¿Cuántas veces nos burlamos de la gente por sus defectos físicos; por ser gordos, flacos, por su nariz, por su estatura; los presionamos porque no se han casado o porque no han tenido hijos sin saber la aflicción que les estamos causando? Muchos de ellos además de soportar su situación, tienen que aguantarnos a nosotros quienes en lugar de ofrecerles una alternativa, les lastimamos con nuestros comentarios.

ZAQUEO
Un hombre pequeño de estatura, jefe de los publícanos y rico; no gozaba de muy buena fama ante la gente pues había estafado a varias personas. Cuando oyó de Jesús quiso conocerle, se subió a un árbol para ver a Jesús; este lo invito a descender del árbol y le dijo que se iba a quedar en su casa. (Lucas 19.1-6).

¿Cuál fue la reacción de la gente? En lugar de alegrarse porque este hombre se estaba encontrando con Jesús quien podría cambiar su vida “murmuraban diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador” Lc 19: 7

¿Cuántas veces nos hemos encontrado en la misma situación? En lugar de procurar que la gente se acerque a Jesús, les juzgamos y creemos que no son lo suficientemente dignos para estar con Jesús, olvidando que el vino a buscar a los presos, a los enfermos, a los perdidos y aún a nosotros mismos nos alcanzó por su misericordia pues tampoco lo merecíamos.

A continuación encontraremos uno de los muchos ejemplos que nos da el maestro, Jesús, ante estas personas que han pecado y claman por una nueva oportunidad.

LA MUJER ADULTERA
Imagina lo vergonzoso de su situación, esta mujer fue sorprendida en el acto mismo del adulterio, la tomaron, la sacaron del lugar de donde estaba y se la llevaron a Jesús diciéndole que según la ley de Moisés, esta mujer debía ser apedreada y para tentarle, le consultaban su opinión.

Jesús pidió a quienes la acusaban que el que estuviera libre de pecado lanzara la primera piedra. Todos acusados por sus conciencias se retiraron uno a uno quedando únicamente los dos: La mujer y Jesús. Esta mujer pecadora, llena de vergüenza estaba frente al santo Hijo de Dios, frente a Jesús quien no conoció pecado, frente a la única persona con autoridad para juzgarle Jesús le dijo: “Ni yo te condeno, vete y no peques más” (Juan 8:10)

El único que podía arrojar la primera piedra ofreció perdón, ofreció amor y ofreció una nueva oportunidad a esta mujer pues Jesús NO JUZGA A NADIE. “vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie” Jn 8:15.

Y Jesús nos invita a que no juzguemos sino que levantemos, restauremos y ayudemos. El no negó el pecado de la mujer adultera, de hecho le dijo que no pecara más. Así mismo cuando veamos a alguien en una situación difícil debemos ser como las manos de Dios para levantar, abrazar, confortar y apoyar. Nuestro rechazo es hacia el pecado no hacia el pecador pues la palabra de Dios dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado”. Galatas 6:1

Puedes juzgar y negar la posibilidad a esa persona de encontrarse con Jesús, o ser un canal de bendición y amor para todos aquellos que se encuentran perdidos, sin Dios o en una situación de calamidad.

¡TU DECIDES!
Y si has pecado, sin importar lo que hayas hecho, si te sientes alejado de El, al igual que con la mujer adultera; el te dice: Ni yo te condeno. El no vino para condenarte sino para salvarte; lo único que te pide es que le entregues tu vida para que sea El quien la dirija, te arrepientas de tu pecado y no peques más. Si quieres hacerlo, allí donde estás puedes repetir esta oración: Señor Jesús yo reconozco que soy pecador y me arrepiento de mis pecados. Declaro que tu eres el Señor, que diste tu vida por mi y que el Padre te levantó de los muertos. Borra mis maldades y rebeliones, ayúdame a vivir una vida conforme a tu voluntad y escribe mi nombre en el libro de la vida. Amen


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