¿Conoces los miedos de tus hijos? La ansiedad en la infancia
Cuando un niño pequeño que está enfadado aparta de un empujón a otro niño en la guardería o en el parque, los padres comienzan a temer que su hijo se convierta en un niño irritado y agresivo, pero esa conducta es natural. Sólo hay que enseñar al pequeño a controlarla.
El miedo y la preocupación son sentimientos dolorosos por su fuerza y persistencia, que, en muchas ocasiones, provocan la ira. Es fácil entender cómo se sienten los niños si pensamos en cualquiera de las situaciones que a nosotros nos provocan ansiedad o nerviosismo. Por eso, conocer cuáles son los miedos de nuestros hijos nos ayudará a enseñarles a enfrentarse a ellos. Y todo eso depende, sobre todo, de la edad del pequeño y de las experiencias vividas.
El miedo a los desconocidos y a la separación en el bebé El llanto es la forma que el bebé tiene para decir que algo no le gusta, le molesta o le asusta. Para provocarlo basta un ruido fuerte, un apretón inesperado de uno de los padres, un golpe o una caída y para calmarlo, una caricia u oír una voz conocida.
Pero es mucho más difícil calmar la ansiedad que en el bebé provocan otras situaciones que no se identifican con facilidad. A partir de los seis meses de edad aparecen dos miedos específicos: la ansiedad ante los desconocidos y la ansiedad por la separación. Conviene saber que el bebé es muy susceptible a las personas que no conoce o que hace tiempo que no ha visto, aunque sean familiares, y a los cambios de aspecto, como llevar gafas nuevas, afeitarse la barba o ponerse una careta. La ansiedad por la separación es más acusada hacia el primer año y va disminuyendo con el tiempo.
Es importante que los padres estén cerca del pequeño cuando se enfrente a caras nuevas, porque estará menos asustado. Superada la segunda mitad del primer año conviene sonreírle o hablarle con afecto y mostrarse positivos y tranquilos para que él responda con menos miedo y preocupación. En cuanto a la separación, es aconsejable que, al principio, los tiempos sean lo más cortos posibles y se vayan incrementando cuando el niño se vaya adaptando.
Niños de dos a tres años: el miedo ante lo desconocido En general, los niños de dos a tres años experimentan más miedo y ansiedad porque están empezando a conocer un mundo que no siempre comprenden. Además, se muestran temerosos ante lo que creen que les puede hacer daño y ante sus pensamientos porque aún no son capaces de distinguir qué es realidad y que no.
Para minimizar este sentimiento, el niño ha de sentirse querido y protegido, pero también ayudará a aliviar su preocupación hacer predecible su entorno a través de actividades rutinarias. Igualmente importante será contestar a sus preguntas de forma sencilla y directa. Así él será capaz de eliminar las respuestas aterradoras que se le ocurren.
La imaginación como fuente del miedo en los niños mayores Cuando los niños van creciendo empieza a ser natural que crean que tener malos pensamientos hace que sucedan cosas desagradables y se preocupan por ello. Generalmente, esa preocupación va asociada a una mayor excitación y falta de control. Por eso, hacerle pensar, jugar y hablar de ello le ayudará. También resulta muy útil que vea que sabemos lo que siente, que a los mayores también les pasa y que hay posibilidad de aliviarlo ofreciéndole soluciones o alternativas.
Una vez alcanzada la edad escolar, el miedo que antes provocaba la imaginación ahora proviene de las cosas reales, por ejemplo, sus capacidades, si gusta a sus compañeros o la salud de los padres. Esta ansiedad es normal y sólo se transforma en un problema cuando interfiere en su vida, le causa una enfermedad o influye en su capacidad de aprendizaje. Los niños mayores pueden ocultar sus miedos tras una conducta agresiva que, a veces, habrá que consultar con un profesional, puesto que puede ocasionarles complicaciones importantes de tipo social, académico, etc.
No hay que olvidar nunca que la ansiedad es una emoción humana, normal e inevitable. Los niños tendrán miedos, bien procedentes del entorno, bien de ellos mismos, que no podremos hacer desaparecer.
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