La vocecita apacible
El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías? 1°Reyes 19.11-13
Durante años he orado por revelación, pidiendole a Dios que me revele cosas por medio de Su Espiritu que vive dentro de mí. Sabía que esa petición era biblica. Creí en la Palabra y me sentí segura de que tal como lo pedía, lo recibiría. Pero, la mayor parte del tiempo me sentía como lo que yo llamaba una "zonza espiritual". Entonces me enteré de que no recibía mucho de lo que el Espiritu Santo quería revelarme, simplemente porque mi mente estaba tan erratica y ocupada que se estaba perdiendo la información que se le ofrecía. Imagínate a dos personas juntas en una habitación. Una está tratando de murmurarle un secreto a la otra. Si la habitación está llena de ruidos fuertes, aunque el mensaje se está comunicando, el que espera por la información secreta no lo oirá, sencillamente porque hay tanto ruido en la habitacion que no puede oirla. A menos que esté prestando una cuidadosa atención, puede que ni siquiera se entere de que le están hablando. Esta es la forma en que ocurre la comunicación entre el Espiritu de Dios y nuestro espíritu. Las maneras del Espiritu Santo son muy suaves; la mayor parte del tiempo nos habla como lo hizo al profeta de este pasaje: con una "vocecita apacible". Por lo tanto es vital que aprendamos a mantenernos en una condición que nos permita oir. Joyce Meyer