Sin agua..
En una época pasada un velero se embarcó desde Europa hacia un puerto sur americano. Por la desgracia de tormentas y desventuras se prolongó tanto el viaje que el agua abordo escaseaba. A pesar de cuidadosas precauciones, pronto se vieron sin agua para beber. Unos días después, viéndose inmóvil en un mar tranquilo bajo un calor sofocante, cuánta no fue su alegría y alivio al avistar otro barco.
Se acercaron e izaron las banderas anunciando su lastimosa situación: «¡Nos ESTAMOS MURIENDO POR FALTA DE AGUA¡»
Se asombraron de la respuesta, que parecía burlarse de su angustia —«El agua está a todo su alrededor; echen su balde»— pues no tenían idea de que en esos momentos cruzaban la poderosa corriente oceánica del Amazonas y, ¡a todo su alrededor el agua era dulce, aunque se hallaban lejos de tierra firme!
(NOTA: Las corrientes del gran Río Amazonas desembocan tan caudalosamente en el Atlántico que -su agua dulce rinde totalmente potable el agua del océano a una extensión de varios kilómetros frente a su desembocadura.)
Querido amigo, tal vez tú te encuentras en una situación parecida, y clamas, «¿Qué debo hacer para ser salvo?», sin darte cuenta de que la corriente del amor de Dios fluye poderosamente en el océano de la vida a tu alrededor. ¡ECHA TU BALDE! Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo (Hechos 16:31).
«Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.» (Romanos 10:8-9)
Es algo sencillo y muy a tu alcance. El Señor todo te lo ha hecho posible. El pagó un precio altísimo por tus pecados en la cruz para permitirte saciar tu ardiente sed de vida y cancelar tu muerte eterna. En las palabras de la Biblia que arriba leíste está la clave de tu felicidad futura. Léelas de nuevo en voz alta…
¿Ves? Han pasado por tu mente y por tus labios. Jamás has tenido más cerca de ti la oportunidad de salvarte: en tu mente y en tus labios. Apropíate de la promesa que Dios hace y bebe abundantemente, ¡ahora!
«El que bebiere del agua que yo (Jesús) le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna» (Juan 4:14).
«…el que en mí (Jesús) cree, no tendrá sed jamás» (Juan 6:35).
«Me mostró (el ángel celestial) un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero… El Espíritu y la Esposa dicen: Ven… y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de vida gratuitamente.» (Apocalipsis 22:1,17)
Si en verdad deseas, puedes orar así:
«SEÑOR JESÚS, CONFIESO QUE ERES EL SEÑOR Y QUE CUMPLISTE EL CASTIGO POR MIS PECADOS. CREO DE TODO CORAZÓN QUE DIOS TE LEVANTÓ DE LOS MUERTOS. SÁLVAME. GRACIAS PORQUE LO HICISTE POR MI. AMÉN.»
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