APAGA LA LUZ, MI AMOR….
El pudor en algunos casos y la timidez en otros, han llevado a un sinnúmero de parejas a hacer el amor en la oscuridad, lo cual es absolutamente normal.
Sin embargo, quizás estas parejas deberían de probar su intercambio de ternura y pasión a plena luz.
Durante siglos algunas religiones han prohibido las relaciones amorosas y el sexo como algo pecaminoso. En la edad media, algunas iglesias se dieron cuenta que no se podía prohibir el acto sexual porque atentaba contra la supervivencia de la especie, pero como consideraban al sexo como sucio, lo reglamentaron y se llegó a imponer la "posición santa" para tener relaciones y se le denominó la posición del misionero, por ser estos quienes la explicaban. Así, gran parte del mundo occidental hace el amor, ella abajo, acostada boca arriba y el encima boca abajo y por supuesto debía hacerse, como todo lo "malo" y "siniestro", en la oscuridad.
Esa etapa del prohibicionismo sexual que duró más allá de la mitad del siglo pasado hasta la revolución sexual de los años sesenta, consideraba y todavía algunos fanáticos religiosos lo creen, que el sexo fuera de esos parámetros es pecaminoso y perverso. De esta forma, cuestiones naturales como hacer el amor con toda su alegría, con toda luz y con todas las expresiones normales que provocan el deseo, la querencia, la intimidad y el amor, se dejaron de lado.
Otras culturas como las asiáticas lo hacen en posiciones más cómodas y naturales como por ejemplo sentados. En la India, donde al sexo en lugar de malévolo se le ve como sagrado, el Kamasutra nos enseña decenas de situaciones sexuales posibles.
Todos los seres humanos tienen en grados normales dosis de exhibicionismo, es decir les gusta que los vean, por eso van a la playa precisamente exhibiéndose; o dosis de voyeurismo donde es un placer ver el cuerpo desnudo de la pareja; o pequeñas dosis de fetichismo cuando les encantan algunas partes del cuerpo de la pareja como los pies o los labios o los genitales. Esto no tiene nada de anormal, todo el contrario.
Para que se considerara un trastorno psicológico al fetichismo, exhibicionismo o voyeurismo implicaría tener sexo con objetos en lugar de personas, la exposición de los propios genitales a un extraño que no lo espera o ver escondido a otras personas teniendo sexo. Además, provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad de la persona en cuestión.
Ese no es su caso, usted solamente quiere tocar, oler, retozar con el cuerpo de su pareja y sobre todo ver, así que la próxima vez solamente diga: Mi amor: ¡Prende la luz!
Usted solamente quiere ver, tocar y retozar con el cuerpo de su pareja, así que la próxima vez diga: Mi amor: ¡Prende la luz!
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