¿SOBREPROTEGEMOS A NUESTROS HIJOS?
Cuando nuestros hijos nacen, una alegría inmensa invade nuestro ser. Al cogerlos en brazos sentimos como padres y madres que una nueva vida acaba de brotar... son tan pequeños, y tan indefensos..., dependen totalmente de nosotros y haremos cuanto esté en nuestras manos para que no les falte de nada en este mundo. La vida es larga, y costamos tanto y tanto de criar... ¡Da igual!, nosotros, padres abnegados hasta el fin de nuestros días, nos encargaremos bien de su educación.
Pero los hijos crecen, y poco a poco ese bebé indefenso se ha convertido en un niño, pequeño, pero un niño, que ya come y se viste solo, un niño que poco a poco y casi sin darnos cuenta ya no depende tanto de nosotras. Pero las madres, empeñadas en querer siempre lo mejor para sus hijos y especialmente sensibles en que no les ocurra nada malo, les vigilamos bien de cerca llegando a veces incluso a coartar su libertad.
Nadie a dicho que ser madre sea una tarea fácil ¿verdad?, más bien todo lo contrario, y muchas veces nos asaltan las dudas, quizás haya llegado el momento de preguntarnos seriamente: ¿educamos o sobreprotegemos a nuestros hijos?
Muchas son las madres que se sienten totalmente responsables de lo que a sus hijos les pueda ocurrir, que tienen miedo de que algo malo les pasara, incluso se sentirían culpables si esto llegase a ocurrir. Otras, piensan que la vida es muy dura, por eso ahora que son pequeños les proporcionan un camino de rosas, sin ninguna dificultad. Y un tercer grupo se ciega en ver a sus hijos siempre pequeños, no los creen capaces de realizar las cosas por si solos.
Tanto unas como otras actúan de manera que sus hijos nunca corran situaciones de riesgo, o que les supongan algún tipo de esfuerzo. Atormentan a sus hijos indicándoles todas las cosas que pueden ser peligrosas, y les dicen lo que deben y no deben hacer en todo momento. En definitiva, que se lo dan todo "mascado", impidiendo sin darse cuenta el desarrollo de su autonomía personal.
Todas queremos lo mejor para nuestros hijos, pero si incurrimos en este error lo que haremos es favorecer en nuestros retoños una valoración pobre e incluso negativa de sí mismos. Estaremos formando seres inseguros y faltos de iniciativa -con miedo a todas las situaciones novedosas- que siempre buscan la presencia y el apoyo del adulto. Seres carentes de habilidades sociales y con poca autonomía.
Si realmente nos preocupa su educación, deberemos velar por su seguridad, sí, pero a la vez que formamos seres cultos y libres. A los niños hay que dejarlos que experimenten y se desenvuelvan en su entorno por si solos, así favoreceremos su autonomía y su responsabilidad. Hay que dejarles que se equivoquen, para que puedan aprender también de sus errores, pero sin evitar las consecuencias, es importante que aprendan a superar las frustraciones, que aprendan a solucionar sus propios problemas, que sean responsables. Por supuesto, siempre habrá que elogiar sus esfuerzos, y felicitarle cuando haga algo por sí solo -sin la ayuda de ningún adulto-.
Si queremos ser buenos padres/madres, debemos exigir a nuestros hijos/as todas las habilidades de autonomía personal y social correspondientes a su edad. Un buen truco es recordar lo que tú hacías a su edad, él/ella también puede hacerlo ¡seguro!