Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Fraternalmente unidos
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 General 
 Normas de convivencia en el grupo-- 
 Lee la Biblia aquí! 
 Biblia en Power Point 
 Conoce tu Biblia 
 La Biblia en ocho versiones 
 Recursos Teológicos 
 Estudios biblicos 
 Reflexiones- Hernán 
 Selección de pasajes Bíblicos- por Hernán 
 Biografías de hombres de la Reforma protestante- Por Hernán 
 Arqueología Bíblica (por Ethel) 
 Reflexiones 
 Jaime Batista -Reflexiones 
 Tiempo devocional-Hector Spaccarotella 
 Mensajes de ánimo--Por Migdalia 
 Devocionales 
 Escritos de Patry 
 Escritos de Araceli 
 Mujer y familia- 
 Poemas y poesias 
 Música cristiana para disfrutar 
 Creaciones de Sra Sara 
 Fondos Araceli 
 Firmas hechas-Busca la tuya 
 Pide Firmas 
 Regala Gifs 
 Libros cristianos (por Ethel) 
 Panel de PPT 
 Amigos unidos-Macbelu 
 Entregas de Caroly 
 Regala Fondos 
 Texturas p/ Fondos 
 Separadores y barritas 
 Retira tu firma 
 Tutos 
 Tareas HTML 
 COMUNIDADES AMIGAS 
 
 
  Herramientas
 
General: La fe por la cual vale morir... es una fe que salva.
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: ** Genesis **  (Mensaje original) Enviado: 09/04/2011 03:41

La fe por la cual vale morir... es una fe que salva.

 

fragmento del libro (Disponible en el Panel de Libros)

 
LA FE POR LA CUAL VALE MORIR

Autor: Dallas Witmer

 

 

 
 

El mundo fue malo y lleno de oscuridad.

Pero Noé creyó a Dios, y fue salvo.

Después del diluvio, muchos descendientes de Noé volvieron a la idolatría.

Hicieron dioses de piedra y de barro. Los idólatras se congregaron

en las llanuras de Sinar (el Irak actual), hasta que Dios los esparció “sobre

la faz de toda la tierra” (Génesis 11.9). Pero en medio de esa idolatría en

Sinar, vivió un hombre recto: Abraham.

Dios le habló a Abraham porque Abraham le hacía caso y le creía.

Por causa de su fe, Abraham obedeció a Dios. Por la fe habitó como

extranjero en la tierra prometida (Hebreos 11.8–9). “Creyó Abraham a

Dios, y le fue contado por justicia” (Romanos 4.3).

El mundo fue malo y lleno de oscuridad.

Pero Abraham creyó a Dios, y fue salvo.

Los descendientes de Abraham llegaron a ser el pueblo de Israel. A

veces los israelitas creían a Dios y andaban en sus caminos. Pero fueron

más las veces que mostraban su incredulidad con sus vidas pecaminosas

y rebeldes. La inmundicia, las hechicerías, los pleitos, y la avaricia gobernaban

sus vidas hasta que Dios mismo (en la persona de Jesús) vino

a la tierra para hablarles.

Unos pocos, los seguidores de Jesús, le hicieron caso a Dios. Creyeron

a Dios, y por causa de su fe Dios los adoptó como hijos suyos (Gálatas

3.26). Por la fe llegaron a ser hijos de Dios, y como hijos, también herederos;

“herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Romanos 8.16–17).

El mundo fue malo y lleno de oscuridad.

Pero los seguidores de Jesús (los primeros cristianos) creyeron a Dios

y fueron salvos.

Cuando la iglesia de Jesús era nueva todavía, casi todos sus miembros

abandonaron la fe y volvieron a pecar. En el nombre de Jesús, millones

de cristianos falsos mataron a sus enemigos, robaron a los pobres, persiguieron

a los cristianos verdaderos, blasfemaron la verdad, y por fin

inundaron a Europa en las Edades bárbaras.

Durante ese tiempo oscuro, había pocos que mantuvieron su fe en

Dios. Había pocos que llevaron la luz del evangelio de generación a

generación. Pero, gracias a Dios, había algunos (quizás más de lo que

sabemos). Al fin, en el tiempo de la Reforma, la iglesia de Jesús floreció

y creció otra vez.

Los que creyeron a Dios durante la Reforma lo obedecieron también.

Vivieron vidas santas, y bautizaron con agua a los que creyeron en Jesús.

Por esto recibieron el sobrenombre de

anabaptistas (rebautizadores). 

La fe de los anabaptistas los mantuvo firmes en medio de grandes

persecuciones. Por causa de su fe, los hermanos fueron degollados,

quemados vivos, y descuartizados. Los enemigos de la fe ahogaron a las

hermanas anabaptistas y las enterraron vivas. Pero por la fe estos mártires

fueron librados “de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1.10). La fe les

abrió los ojos (Hechos 26.18). La fe les dio herencia entre los santificados

(Hechos 26.18). Por causa de su fe, nunca retrocedieron para perdición, sino

obtuvieron el resultado de la fe, esto es, la salvación de su alma (Hebreos

10.38–39 y 1 Pedro 1.9).

 
El mundo fue malo y lleno de oscuridad.

Pero los anabaptistas creyeron a Dios, y fueron salvos.

Han pasado más de cuatrocientos años desde la Reforma. Muchos

descendientes de los anabaptistas junto con los descendientes de los

“reformadores” han llegado a ser tibios y despreocupados en cuanto a su

religión. Muchos ya no creen a Dios. Andan orgullosamente en los deseos

de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida.

Vivimos en una “edad bárbara”, en un tiempo

muy malo y muy

pecaminoso.

Nuestra generación va rumbo al infierno. Pero Dios nos habla

todavía. ¿Creemos lo que está diciendo? ¿Le estamos haciendo caso?

No te olvides de esto:

•Noé creyó a Dios y fue salvo.
•Abraham creyó a Dios y fue salvo.
•Los primeros cristianos creyeron a Dios y fueron salvos.
•Los anabaptistas creyeron a Dios y fueron salvos.

“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere,
será condenado” (Marcos 16.16).

 

 
SALUDOS FRATERNOS
DIOS LES BENDIGA


Primer  Anterior  2 a 2 de 2  Siguiente   Último  
Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: Susy Q Enviado: 09/04/2011 06:58
DIOSAMPARO.gif picture by emirvamary


 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados