" DIGNIDAD DEL CRISTIANO " - Fraternalmente unidos

Dignidad del cristiano

Los cristianos somos a veces una gran contradicción por varios motivos.

Uno de ellos es la dignidad, que confundimos siempre con un estado relacionado con el mundo y desde luego es hermoso que esta dignidad sea apreciada, ya que constituye un ejemplo y un aristocrático testimonio de Cristo.

No obstante la verdadera dignidad cristiana es entre otras cosas la obediencia. Los cinturones de los soldados alemanes en tiempos de Hitler, tenían una gruesa hebilla en la que se decía: mi honor es la obediencia. Y en los cuarteles del las fuerzas armadas españolas luce el lema: todo por la patria.

Las gentes que allí pertenecen o pertenecieron, estaban dispuestas a que fueran reales estas divisas. De hecho, en episodios repugnantes, en el caso de los nazis, aun en contra de sus propios sentimientos.

Napoleón contestó cuando le pidieron que dijera lo que quería de un buen soldado: la obediencia. Antes que la valentía, fortaleza física, su entusiasmo, destreza, le daba supremo valor a la obediencia.

Solo para conseguir hacer efectiva esta obediencia, muchas personas se entregan a padecer increíbles sacrificios y penalidades. Y todo eso para conseguir un record, una conquista exploratoria, o una corona de laurel que se olvida a los pocos días.

Los cristianos somos a veces rezongones, murmuradores y quejumbrosos, ante cualquier situación contradictoria que se nos presente, aunque solo sea una fruslería.

Ese santo ejército de Cristo, si se torna murmurador, endeble, y tibio, tiene que sufrir una conmoción profunda para que el Espíritu pueda actuar por medio de nosotros.

Si hay que ponerle diversiones para que se integre, o mentirle para darle gusto, o empujarle para que marche, entonces estamos ante un problema.

Si los hombres que hemos mencionado anteriormente, morían impávidos para llevar a cabo su vocación, y nosotros nos retraemos o vacilamos ante lo que hay que hacer, con placer para agradar a Dios, nosotros mismos, y a la luz de lo que otros hacen, podemos auto valorarnos.

Hagamos una reflexión; y pongámonos en marcha.
El tiempo es corto (San Pablo)

Rafael Marañon

Colaborador del Portal de la Iglesia Latina de Munich