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Hacedores de Milagros
Siempre nos sobrecogemos cuando un hecho milagroso
ocurre, y agradecemos a Dios por su generosa intervención,
pero mas allá que seamos justamente agradecidos
debemos saber que los hacedores de milagros podemos
ser nosotros mismos ya que Dios ha delegado en
nuestra esencia esa magnifica posibilidad.
Tomar una taza de café puede ser muy natural en
nuestras vidas, lo hacemos infinidad de veces sin
percatarnos del milagroso resultado de que mas de un
centenar de músculos y huesos trabajen en precisa y
automática conjunción para que la taza llegue a nuestra
boca y saboreemos el café, aun cuando estemos pensando
en otra cosa o leamos el diario, pues Dios nos ha
facultado para que en nuestro nivel de conciencia este
pequeño milagro sea natural, obvio e intrascendente.
Pero si nuestra conciencia se elevara a niveles superiores
donde fuera natural que la taza de café levitara hasta
nuestra boca como resultado de solo pensar en ello,
como llevada por una mano invisible que controláramos tan
bien y tan despreocupadamente como nuestra propia
mano de carne y hueso, estaríamos en presencia de un
hecho milagroso para nuestro nivel de conciencia normal
pero natural y obvio para un nivel de conciencia superior
que Dios también nos ha facultado para alcanzar, en
el cual tendríamos perfectamente claro el por qué es
posible que hechos inexplicables y milagrosos ocurran.
Un milagro es la alteración de las leyes que Dios ha
instaurado para regir el funcionamiento del universo.
Cada uno de los incontables átomos que componen
todas las cosas palpita con la energía de Dios y responde
invariablemente a sus leyes. Leyes que Dios puede
cambiar a voluntad y también nosotros pues esa
facultad nos ha sido delegada en nuestra esencia.
"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" reza el Génesis, y esto se cumple en todos
los aspectos de la naturaleza divina
Alcanzar estos niveles de conciencia superior significa
ver claramente que Dios ha dispuesto que cada uno
de nosotros, todas las cosas, toda la energía, toda la
materia, toda la Creación y El mismo; formemos parte
de un todo inconmensurable e infinito que podemos llamar
conciencia universal, y así hermanados y fundidos en
ese todo, podremos ejercitar el dominio que sobre
sus leyes se nos ha confiado; en otras
palabras seremos semejantes a Dios.
Asomarse a la conciencia universal es como sacar la
cabeza fuera del agua, llenar nuestros pulmones y
corazón con el purísimo aire del amor de Dios y
descubrir un océano de infinitas posibilidades.
Vivimos diariamente entre sutiles señales y pequeños
milagros que debemos esforzarnos por notar, no es difícil
darnos cuenta que los hechos de la vida no siguen una
trayectoria aleatoria y fortuita, pues las leyes de la
naturaleza son continuamente modificadas por destellos
de trascendencia de nivel de conciencia que tienen todas
las personas, unas mas, otras menos; y que ocurren
sin intervención directa de Dios ni de sus Ángeles, pues
El ya nos ha facultado para que esto sea asi.
Hechos positivos y pequeñas casualidades llenan
continuamente nuestras vidas y nos allanan
el camino hacia la trascendencia.
Siempre se dice que los niños tienen un Dios aparte y
así lo es, pues nada atribula mas nuestro corazón que
su sufrimiento y desamparo, siendo estos potentes
activadores de trascendencias de conciencia que
despiertan el poder divino que se nos ha confiado,
siendo ese poder el "Dios aparte" que disponemos todos.
En hechos particularmente trascendentes como cuando
una madre rompe una puerta para salvar a su hijo
atrapado, cuando alguien atrapa en sus brazos a un
niño que cae desde un piso alto, cuando dos automóviles
se desvían justo un instante antes de chocar, estamos
en presencia de verdaderos milagros en los cuales las
leyes de lo posible se alteran durante un instante y ocurre
lo imposible, solo por la destellante transición de nivel
de conciencia de aquellos que se motivan con el hecho y
desean con todo su corazón inundado de amor, que lo
sobrenatural para su conciencia y natural para su
sobre-conciencia indefectiblemente ocurra.
Una vez fui sorprendido por un peligroso delincuente que me
apuntaba amenazadoramente con su arma.
En ese momento de gran nerviosismo un destellante
pensamiento cruzo mi mente y por un instante vi que ese
delincuente, yo mismo, y todas las demás cosas
formábamos parte del todo, y que esa persona que me
amenazaba no era otra cosa que una versión no muy
distinta de mi mismo y estaba tan unida a mi como yo
mismo dentro de la conciencia universal.
En esos cortos segundos él cambió su expresión
de amenazante a sorprendido, como si el mismo revelador
pensamiento estuviera recorriendo su mente y esta
también trascendiera, e inmediatamente tiro su
arma como si le quemara y salió corriendo.
Yo agradecí hacia arriba, y mucho, por haber tenido la
posibilidad de asomarme un instante a la conciencia
superior donde en cualquier circunstancia lo que es
fervientemente deseado infaliblemente ocurre, aunque
sea un imposible. Cuando se lo cuento a otras personas,
me dicen que me salve por milagro y yo les contesto que
no tengan dudas que así fue, pero con la seguridad de que
ese milagro no tuvo la intervención directa de Dios ni de
nuestros Ángeles de la Guarda que vigilaban la escena,
sino que la divina facultad delegada en ambos
protagonistas actuó en consecuencia.
Afianzar nuestra activa participación en la conciencia
universal por medio de la poderosa energía del amor,
tener claro que cada uno de nosotros es único y al
mismo tiempo repetido en nuestros semejantes, que
estamos en franca comunión con todas las cosas,
el universo y la Creación; son las claves para
dominar las leyes que gobiernan el todo.
Dios nos deja sutiles señales en el camino hacia la
trascendencia, solo con despejar nuestra mente y
prestar atención a lo realmente importante será fácil seguirlo.
Y a lo largo de este camino, cuando necesitemos un
milagro, este ocurrirá ante nosotros sin sorprendernos,
pues será tan natural para nuestra conciencia
como tomar una taza de café.
Por la oración el hombre se acercara a Dios
Por la meditación el hombre estará en Dios
Por la iluminación el hombre será Dios
El que Es esta entre nosotros
Jorge Alberto Dini Mar del plata - Argentina
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