El papel del padre es diferente pero esencial para el buen equilibrio de la vida familiar y por tanto para el equilibrio del bebé: «Un niño es cosa de dos, la educación se hace con los dos. El padre no debe sentirse excluido por una madre demasiado centrada en el niño, ni excluirse él mismo, estimando que se convertirá en padre más tarde… »
En efecto, aunque el padre se reconoce como tal una vez que coge a su hijo en brazos, su papel físico antes del nacimiento es fundamental. Hasta tal punto, que un padre que no asiste a la consulta, que no hace preguntas sobre el desarrollo del embarazo o sigue viviendo como si no pasara nada, envía de forma involuntaria signos preocupantes sobre el futuro de su relación con el niño.
Para detectar este tipo de dificultades, sería necesario realizar una auténtica consulta paterna prenatal, o incluso una verdadera preparación al nacimiento para los futuros padres. «La presencia de los padres en las sesiones de preparación al parto, está bien, pero no constituye una respuesta específica de los padres.»
La evolución de la pareja
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Acceder al papel de padre, consiste en aceptar que la relación cambia, y en aceptar un cambio en sí mismo… y en su pareja.
La mujer ya no es sólo amante. Para muchos hombres esta modificación es seguramente la más difícil de integrar. Sin embargo es indispensable. Se trata de una realidad. La relación amorosa exclusiva y erótica continúa existiendo pero acompañada de una nueva imagen: la amante se convierte en madre.
Es cierto que el padre puede negarse a asistir al nacimiento, por miedo a un traumatismo alejado del erotismo… pero la realidad es así y tiene que aceptarla. «la pareja tiene que madurar. Pasar del estado adolescente al adulto, parental.»
En cuanto a la cuestión de la presencia del padre durante el parto, no resulta tan sencillo como parece.
Es preferible que el padre asista al partode su hijo. Es aconsejable para el padre, para la madre (para compartir la experiencia y darle ánimos), y para el niño.
Si no se siente preparado no hay que forzarlo a que asista.
Hacerle culpabilizar porque se niega a asistir no sólo no sirve de nada sino que provocaría sin duda un malestar, un bloqueo, un resentimiento que puede ser nefasto para la relación familiar. Además se trata de respetar la libertad de cada uno, no entrar en una postura social de tipo «eso se hace o eso no se hace»…
La presencia paterna en el nacimiento del bebé tiene que partir de una iniciativa voluntaria, bien pensada, aceptada y deseada. Debe ser el resultado de una reflexión madura. Se trata de vivir plenamente el momento mágico del nacimiento. De dar a luz « juntos ».
Si a pesar de todo el padre se niega a asistir al parto, no hay que preocuparse. El sentimiento paterno se construye a lo largo del tiempo. La madre debe dejarle su papel de padre, dejar que se ocupe del bebé, de no querer hacer todo « en su lugar » con el pretexto que no se ocupa del niño « como debe », al fin y al cabo cada uno aprende su papel de padre y de madre.
Hay que dejar que se haga su propia idea. Seguramente será buena aunque no se corresponda con los todos los criterios de la madre: al bebé le gustará que el padre se ocupe de él, le de el biberón, le cambie los pañales y en definitiva le de cariño. ¡Lo más importante para él es el amor y el cariño!
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