El
valor de lo material
Autor:
Arturo
Quirós Lépiz
Web:
Mensajes de vida
Recuerdo que cuando tenía 19 años había empezado a utilizar ciertos
artículos de oro. Había comprado varias cadenas y un par de esclavas
o brazaletes y me encantaba usarlas. Eran una gran ilusión.
En una de mis primeras actividades de la Iglesia, se nos pidió
ayuda para las personas pobres de la comunidad, y en un ambiente de
oración
se nos pidió dar algo de lo que andábamos, de lo cual nos
quisiéramos deshacer
para darlo a estas personas. En ese momento me cayó como un balde de
agua fría el
pensar en dar alguna de las cosas de oro. Temblaba de entre cólera e
indecisión porque en ese momento Dios me estaba pidiendo parte de cosas
que me había costado mucho obtener. Al fin me animé y fuí a dejar la
cadena
mas delgada (y más barata). Las personas empezaban poco a poco a ir
delante
a dejar cosas. Mi intranquilidad era tan grande, que tuve que ir a
dejar otra
de las cadenas, porque sentía como Dios me miraba y rogaba algo para
esas personas. Al final, fuí entre regaña dientes, 4 veces adelante.
Una por
cada objeto de valor que llevaba.
Extrañamente al final, me sentí tan bien,
de haberme desprendido de esas cosas materiales que incluso tenía que terminar
de pagar, que no me importó y una gran paz sobrevino a mi alma.
Finalmente cuando terminó la oración nos pidieron pasar adelante a
recoger nuestras cosas. No era para quitarnos nada, sino para
ayudarnos a desprendernos de lo material. Recuerdo que sostenía todas
las cosas en
mi mano, pero era diferente. Ya no brillaban igual, no me
ilusionaban ni
siquiera deseaba tenerlas. Al día siguiente las devolví porque me
sentí mal de que algo tan tonto me hubiera cegado tanto. Recuerdo ahora
las
palabras de San Pablo, "Considero basura todas las cosas del mundo
ante Jesús".
Ese día comprendí que las cosas materiales no valen una buena obra, y
que mi alma, tampoco valía por el oro, la plata, las joyas o el dinero
que tenía. Puedo decir que me liberé de todas esas cargas en aquel
día.
Recordé esto ayer y creo que es bueno que entendamos, que nada nos
llevaremos en el momento de la partida. Cuando el buen Dios nos
llame delante de su presencia no tendremos nada, así como llegamos sin
nada.
Solamente nuestras obras buenas, y nuestra trascendencia en este mundo será
lo que llevemos. El bien que hayamos hecho, el amor que hayamos dado, el
perdón que decidimos dar...eso si vale...
Espero que no cometas los mismos errores que yo, y que si estás
apegado a cosas materiales recuerdes lo realmente importante. Verás en
ese
momento
como todas las cosas materiales dejan de brillar, al contraponerlas con
la luz de Jesús.