DEJA QUE DIOS LO HAGA TODO.

Justo en estos precisos instantes, Dios se está encargando de llevar a cabo todo lo que planificó para tu vida...

El no te ha creado para dejarte a la deriva o para abandonarte a tu propia suerte.

Te ha creado para grandes propósitos.

Sin embargo, has llegado a un punto que definitivamente ya no puedes hacer nada...

Ya lo comprobaste, y está demás luchar contra lo imposible.

Todo escapa de las posibilidades humanas...

Lo que tenías que hacer, ya lo hiciste...

Así que, entiende esto:

Lo que tú no puedas hacer, Dios lo hará.

Lo que tú no has podido hacer durante todos estos años, él lo hará.

Es por eso, que ahora estas pasando por ciertas situaciones que no comprendes y que son muy dolorosas, pero que en definitiva van encaminadas al cumplimiento de sus propósitos.

Las mismas palabras que el Apóstol Pablo le escribió a los filipenses, son las mismas que te dicen ahora:

El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.

Filipenses 1:6

Lo que ahora te está sucediendo va encaminado para que los planes perfectos de Dios se cumplan en tu vida.

¿Verdad que no comprendes nada?

Es lo más lógico, pero descansa.

Dios no permitirá que te hundas, aunque así lo sientas hoy...

El se encargara de recogerte y te hará volver a su plan original...

Ten la plena certeza que Dios está restaurando todo aquello que ahora está hecho añicos...

Él tiene su propio método para hacerlo...

Él sabe cómo hacerlo...

Deja que se encargue de todo lo que no puedes hacer con tus propias fuerzas o recursos...

Además, como te habrás dado cuenta, se han presentado una serie de situaciones conflictivas...

Sin embargo:

Tampoco te desesperes, ni entres en pánico...

Dios está peleando todas tus batallas...

Justamente en estos precisos instantes, él mismo va delante de ti, apartando a todos tus oponentes y estorbos...

Descansa...

No te afanes...

Deja que Dios lo haga todo...

Únicamente vive en obediencia a los parámetros que te ha dejado establecidos en su Palabra…

Del resto, Dios se encargará...

 Jose Alfredo Lievano