LA GENEROSIDAD
En una vieja
leyenda japonesa se cuenta de dos niños que aguardaban en el camino a que el
señor Paja llegara porque dicen que su nombre atraía a la
suerte.
-Faltará mucho. Me duelen los pies
-Paciencia Hiroshi.
Estará aquí en cualquier momento. Todos los dias viene por aquí.
-Buenos
dias, señor Paja. Gusto de verlo el dia de hoy.
El señor Paja los saluda
amablemente y sigue su camino, mientras Hiroshi dice:
-Vaya Mary. Es el
hombre más delgado del Japón.
-No tiene casa ni familia y siempre ha sido
muy pobre. Casi no come, por eso es tan delgado. Buena suerte, señor Paja, buena
suerte. Espero que la
Diosa de la
Fortuna le sonría el dia de hoy.
El señor señor Paja
llegó hasta donde la
Diosa , entró en su palacio y le dijo:
-Buenos dias soy
yo otra vez pidiendo por una pequeña mejora en mi vida el dia de hoy. Hoy sería
un buen dia para que cambiara mi suerte.
-Sí un buen dia señor Paja. La
primera cosa que tu mano toque cuando salgas del templo, te traerá
suerte.
-En verdad? Gracias Diosa, gracias. Al fin, mi suerte.
El
señor Paja al salir del templo tropezó y su mano agarró un pedazo de
paja.
-No!, No! Una vara no tiene valor pero si
la Diosa de la fortuna quería
que la recogiera, no la arrojaré a la basura. Dónde estará mi
fortuna?
Caminando su camino se encuentra a una madre, cuyo hijo llora y
ella le dice:
-Por favor Toshi, debo llevar estas flores al mercado antes
de que se estropeen.
El niño ve al señor Paja y le dice,
sonriendo:
-Me puedes dar esa pequeña libélula? Por favor!
-Oh, lo
siento pero la
Diosa de la
Fortuna me dijo... que la vara me traería buena suerte, pero me
parece que tú la necesitas más que yo.
-Gracias amable señor –le dice la
madre-. Por favor, permítame darle algo a cambio: esta rosa.
Luego se
encuentra y un joven que llora en una banca del camino:
-Y dime, tú por
qué llorar en este dia tan hermoso?
-Quiero pedirle a mi novia que se
case conmigo.
-Ah, el amor! Es suficiente razón para no llorar. Eres muy
afortunado.
-Muy afortunado? Y también muy pobre. No tengo un regalo para
darle.
-Aquí lo tienes. Toma mi rosa.
-Gracias señor. Por favor
–le dijo mientras le daba una naranja- tome esto a cambio de su rosa.
Al
poco tiempo lo alcanzó un hombre que tiraba de una carreta:
-He
arrastrado esta carreta toda la mañana y toda la tarde y ahora estoy tan
sediento que me voy a desmayar.
-Me temo que no hay pozos por aquí.
Tengo. Tome de mi naranbja y beba el jugo.
-Gracias. Por su amabilidad,
por favor tome esta seda.
Y el señor Paja se quedó con la seda en sus
manos hasta que oyó la voz de una joven que bajó de una carreta y le
preguntó:
-Dónde podré encontrar una seda como esa? Es exactamente lo que
estaba buscando.
Hoy mi
padre, el Rey, celebra su cumpleaños y yo quiero hacerle un nuevo traje
real.
-Ah, su Alteza! Si es el cumpleaños del Rey, con todo gusto le
regalaré esta seda.
-Es usted muy generoso.
Por favor,
tome esto –le dijo la princesa mientras le daba una joya-.
-Comencé con
una vara de paja sin valor y sin darme cuenta ahora tengo una joya!
Y con
esa joya, el señor Paja compró una gran parcela y después de mucho trabajo el
señor Paja se convirtió en un hombre rico y aunque muy rico,
el señor
Paja nunca cambió.
No sólo
compartía su arroz con los hambrientos sino que construyó una escuela para los
niños del pueblo.
Todos
pensaban que la buena suerte del señor Paja provenía de una vara de paja
pero él
sabía que la suerte venía de su generosidad y bondad hacia el
prójimo.
FUENTE: `El Libro de las Virtudes',