Nunca te rindas
Sir Winston Churchill cuando era un muchacho y asistía a la
escuela, repitió tres veces el octavo curso, porque le costaba aprender.
Es algo irónico que años después, la Universidad de Oxford le pidiera
pronunciar el discurso de la fiesta de graduados.
Para este acontecimiento llegó con sus acompañantes habituales, un
bastón y un sombrero de copa. Mientras se aproximaba al podio, el
público le brindó aplausos de aprecio. Churchill, con pausado ademán calmó la multitud, mientras se disponía a hablar ante sus admiradores.
Luego colocó el sombrero sobre el atril y mirando directamente a la
ansiosa audiencia, gritó con una voz llena de autoridad: ¡Nunca se
rindan! Transcurrieron algunos segundos. El auditorio se quedó en silencio. Se levantó puesto de puntillas y gritó nuevamente: ¡Nunca se rindan!
Sus palabras retumbaron a través del auditorio. Todos permanecieron
inmóviles y callados mientras Churchill alargaba su brazo en busca de su
sombrero; ayudándose con su bastón abandonó la tribuna. Su discurso
había terminado.
El discurso de graduación de seis palabras de Churchill fue sin duda
el más corto y elocuente jamás pronunciado en Oxford. Aun así, su
mensaje fue también uno que todos los presentes recordaron durante el
resto de sus vidas.
“La perseverancia es un gran componente del éxito; si
golpeas la puerta con la persistencia y el ruido suficientes,
seguramente despertarás a alguien”
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